Kathy Gaulton

Kathy Gaulton

Kathy Gaulton es la fundadora y oficial ejecutiva en jefe de Heavenly Treasures (Tesoros Celestiales), y autora de “Repurposed: My Journey From Global Merchandising to Global Ministry”, una nueva publicación de la Imprenta Light + Life Publishing´s Ignite Press.

por Kathy Gaulton

Soy una creyente quebrantada, salvada y agradecida en Jesucristo. Estoy lista a servirle todos los días de mi vida. Me gustaría compartir algo de la manera en que Dios ha obrado en mi corazón – tomando un corazón de piedra y convirtiéndolo en un corazón de carne, llevándose la religión legalista y transformándolo en santidad vivificante.

Como dice Dios en Ezequiel 36:26: “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne”.

El peregrinaje de crecer en una familia legalista encierra muchos recuerdos y experiencias que moldearon y formaron mi adultez temprana de maneras que no me enorgullezco en compartir. Mis padres, George y Esther Suda, eran Metodistas Libres fieles, plantadores de iglesias en Anaheim, California, ayudando a mi abuelo, Ernest I. Okamoto, quien era el pastor. Toda la familia Okamoto trabajaba unida para engrandecer la congregación de la Iglesia Metodista Libre Japonesa después de la Segunda Guerra Mundial.

Mis padres estaban atrapados en la forma legalista de la santidad, luchando por agradar a Dios y siguiendo la disciplina Metodista Libre. No había aparentemente ningún problema con ellos mientras crecían con las reglas que daban forma a sus principios. Sin embargo, criar hijos que siguieran ese estilo de vida era un desafío para ellos. La tensión creció cuando yo, la hija mayor, llegué a la mayoría de edad. De hecho, comenzó cuando yo tenía unos 6 años. Recientemente tuve el privilegio de escribir un libro: “Nuevo Propósito” que comparte mi testimonio y mi historia. Este es un fragmento.

Los valores de nuestra familia se enfocaban en tratar de formar nuestra conducta tomando como ejemplo a Cristo y a la Biblia. Éramos Metodistas Libres, y había muchas reglas qué seguir. Las reglas incluían cosas como no fumar, no tomar alcohol, no jugar a las cartas, no bailar y muchas otras. Mi papá seguía todas las reglas de una manera estricta. Era su manera de mostrar a Dios cuánto lo amaba. Para mí, la regla más aterradora era la que decía: “No hacer compras los días domingo”.

Un domingo, mis padres nos llevaron a visitar a sus amigos que vivían en una granja de cría de gallinas y venta de huevos. Me gustaba el lugar. Nosotros como niños nos divertíamos jugando en la gigantesca granja y viendo las gallinas. Había también una comunidad pequeña cerca de su casa. Anduvimos viendo y encontramos una pequeña tienda cerca de la casa. Aquel domingo en particular yo tenía algo de dinero, de modo que todos los chicos nos fuimos a la tiendita. Anduvimos recorriéndola y encontramos un pequeño aro súper divertido con una flor en su parte superior. Cuando alguien olía la flor, y –  ¡oh, sorpresa! le podías lanzar un chorro de agua en el rostro. Cuando mi padre se dio cuenta de que yo había comprado algo en domingo, ¡señores! Yo estaba bien metida en problemas. Me castigó severamente y me dijo que era pecado hacer compras innecesarias en domingo. ¿Pero por qué? ¿Por qué aquello era pecado? El domingo es el Día de Reposo, yo entendía eso, ¿pero por qué comprar en domingo desagradaba al Señor? Aquel incidente me molestó por muchos de los años venideros. Esta regla de los Metodistas Libres cambió muchos años después, los domingos finalmente se convirtieron en un día de compras para mí, una de mis actividades favoritas es ir a comer y luego de compras los domingos después de ir a la iglesia.

El enfoque legalista de la religión era un verdadero obstáculo para mi entendimiento del profundo amor de Dios.

Cuando crecí y fui a la escuela preparatoria, mis valores eran los mismos de mis padres, pero definitivamente yo mostraba señales de rebelión – al no entender los “porqués” tras de las reglas legalistas que dirigían nuestras vidas, le pregunté a un pastor en el campamento de una iglesia sobre las razones para la regla de no bailar. Su respuesta fue que debíamos evitar los contactos cercanos con el sexo opuesto, debido a que estar demasiado cerca podía terminar en intimidad. Yo pensé que eso era inaceptable porque la proximidad en la mayoría de los bailes en mi tiempo, que era un baile rápido que te mantenía literalmente distanciado. La respuesta del pastor no me satisfizo. También discuto el tema del baile en mi libro.

Siendo una adolescente, una de las reglas más discutidas era la de “no bailar”. Yo no era muy atractiva pero aun así yo quería asistir a los bailes de la escuela. Discutí con mi padre sobre esta regla, y él se rindió, diciendo: “Dejaré en tus manos la decisión de ir o no al baile”. Yo no tenía ninguna reserva sobre la regla de “no bailar”, de modo que me permitió ir. El legalismo que prevalecía en aquellos tiempos era como una soga alrededor de mi cuello.

La lección que yo estaba aprendiendo era el concepto de las convicciones. La idea de que una persona que cree que tiene la razón sobre algo fue inculcada por mi padre. En lugar de discutir o pelear conmigo, decidió dejarlo en mis manos. En mi corazón, eso era una conclusión asombrosa sobre distinguir lo bueno y lo malo. Yo quería agradar a Dios basada en la forma legalista de la santidad. Esto era algo difícil de hacer por mí misma.

Mi familia sufrió un gran quebranto emocional cuando mi abuelo cometió suicidio. Eso fue el principio del período de tiempo en que comencé a alejarme de la iglesia y de la religión como yo la conocía. Pasé como una década con mi corazón perteneciéndole a Jesús, pero alejada de la iglesia. Cuando te separas de la iglesia, en gran manera vives la vida por ti misma. Aunque experimenté mucho éxito en los negocios, yo sufría en algunas áreas en las que necesitaba acercarme a Dios y cumplir Su propósito en mi vida.

Aprendí muchas lecciones de vida, y me volví a Dios – principalmente en mi angustia y mis fracasos. Dios ha puesto sus manos en mi vida en tantas situaciones. Mis padres fueron tan fieles a la iglesia y sirvieron por horas sin fin. Su testimonio era silencioso pero fuerte. Ellos estaban tranquilos cuando se trataba de mi participación en la iglesia, y aceptaban la situación.

Cuando cumplí 30 años, sufrí una gran desilusión en mi carrera. Después de 13 años de trabajar en Six Flags, había aprendido mucho y había experimentado un gran número de éxitos, pero me di cuenta que me sentía vacía y sin vida espiritual. Decidí dejar mi empleo sin tener ningún plan. Después de un tiempo, decidí regresar a la iglesia, donde mi corazón se había sentido quebrantado. Lloré y lloré hasta quedarme sin lágrimas. Dios me estaba hablando, los miembros de la iglesia fueron tan buenos conmigo, La nueva música más contemporánea me llenó con cada palabra, me sentí diferente a como me había sentido en el pasado. Estaba experimentando el verdadero amor de Dios, un sentido de “nacer de nuevo” en todo mi ser. Comencé a asistir a la clase de Escuela Dominical todas las semanas. Desarrollé un nuevo amor por la lectura de la Biblia y sentía un nuevo espíritu dentro de mí. Mi sentido de sequedad comenzó a desaparecer, y algo nuevo comenzó a brotar en mi corazón.

Descubrí que el llamado de Dios a la santidad no tenía que ser una carga, sino un gozo que toma el lugar de la carga. La santidad vivificante es el don que nos es dado mientras el pecado comienza a salir de nuestras vidas. La transformación de mi vida se estaba comenzando a efectuar cuando dejé que el Espíritu Santo tomara posesión de ella. Comencé a darme cuenta de que la forma legalista de santidad no es santidad en absoluto. Dios pone en nosotros el deseo de dejar atrás la vida de pecado, e infunde el deseo de obedecerle y seguirlo. El deseo de agradar a Dios se incrementa cuando se incrementa el amor de Dios. El deseo de mi corazón es seguirlo en todo lo que hago y estar en Su presencia.

La Santidad vivificante que he experimentado y encontrado me ha traído verdadera plenitud y muchas oraciones contestadas. El legalismo se ha derrumbado, y el deseo de mantenerme agradando a Dios vino a ser una parte natural de mi vida. Mi oración principal en el peregrinaje de mi vida ha sido contestada con un gran gozo. Como dice mi libro:

Le he dado mi corazón totalmente a Jesucristo, y he determinado seguirlo. ¡Yo quería que mis hijos tuvieran la misma maravillosa compañía de Él…! Le he pedido a Dios que sea el centro de los corazones de mis hijos, y que ellos sean Su pueblo. Luego, en la quietud de la mitad de la noche en el Condado de Los Ángeles. Escuché a Dios pronunciar un resonante “SI”. Desde ese día en adelante, he sentido el poder y la paz de esa promesa.

Cuando sientas el deseo de hacer lo que Dios quiere que hagas, debes obedecerlo tal como estás. Él te cambia para que seas como Él quiere, paso a paso. Este peregrinar me ha llevado en la formación de mi familia, una carrera extensiva, ser esposa de pastor, de fundar Heavenly Treasures (Tesoros Celestiales), ser misionera y escribir “Repurposed” (Nuevo Propósito). Mi transitar de Global Merchandising (Comercio Global), a Global Ministry (Ministerio Global).

“He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” (Gálatas 2:20).

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Kathy Gaulton

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Kathy Gaulton es la fundadora y oficial ejecutiva en jefe de Heavenly Treasures (Tesoros Celestiales), y autora de “Repurposed: My Journey From Global Merchandising to Global Ministry”, una nueva publicación de la Imprenta Light + Life Publishing´s Ignite Press.