Brett Heintzman

Brett Heintzman

Director de Comunicaciones de Luz y Vida

Brett Heintzman es el editor de Luz y vida en su rol de director de Comunicaciones de la Iglesia metodista libre – EE. UU., en la cual se desempeña como subdirector del Ministerio Nacional de Oración. Visita freemethodistbooks.com para adquirir sus libros “Becoming a Person of Prayer”, “Holy People”, “Jericho: Your Journey to Deliverance and Freedom” y “The Crossroads: Asking for the Ancient Paths”.

por Brett Heintzman

Recuerdo viajar en el asiento trasero de nuestro Dodge Polara de 1966 mientras mi madre le enseñaba a conducir a mi hermana. El coche era enorme, como muchos sedanes de los sesenta. Desde el asiento trasero del tamaño de un sofá, pude escuchar que a mi hermana le estaba costando darse cuenta de si se estaba quedando en su carril.

“Mira el adorno del capó”, le indicó mi mamá. “Alinéalo con el borde de la carretera y estarás bien”. ¿Recuerdas los adornos del capó? Nuestro Polara tenía uno que parecía un punto de mira decorativo para que pudieras apuntar con precisión al borde de la carretera.

Por incompleto que haya sido el método de mi madre, funcionó. Le dio a mi hermana una forma muy específica de mantener el auto bajo control y en la carretera. Con el tiempo, su ansiedad se convirtió en confianza, y ella se ha convertido en una gran conductora.

La libertad solo es verdadera libertad cuando opera dentro de límites.

¿Cuándo llegamos a creer que la ausencia de restricciones divinas está bien? El amor está indisolublemente ligado a la disciplina, los límites, la instrucción, la guía, las advertencias contra lo que está mal y el estímulo para hacer lo que está bien. Las restricciones sanas y santas dan vida. La Revelación Otorgada por Dios es la forma en que alineamos nuestro “adorno de capó” con los límites del camino angosto.

“Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran” (Mateo 7: 13-14).

Si tú y yo elegimos el camino ancho, elegimos la destrucción. La instrucción de Jesús es amorosa: nos advierte que nos mantengamos alejados de la destrucción. También es sincera: solo unos pocos encontrarán este camino angosto. Jesús nos conoce mejor que nosotros mismos. También anuncia proféticamente que solo unos pocos elegirán la Revelación Otorgada por Dios como su camino.

La asombrosa simplicidad de esto parece enredarse y confundirse cuando comenzamos a discutir con el significado de las Escrituras. Discutimos porque parece que no podemos alcanzar el autocontrol. Discutimos con las Escrituras cuando tratamos de justificar comportamientos, sentimientos, impulsos o deseos egoístas. Discutimos con las Escrituras cuando simplemente no queremos someternos a su autoridad. Buscamos reinterpretar y redefinir, recontextualizar y reevaluar lo que Dios realmente quiso decir cuando dijo: “(llene el espacio en blanco)”. Cuando se trata de la verdad, tú y yo nunca ganaremos la discusión.

Entonces, ¿qué hacemos?

Dejamos que la Escritura nos instruya, nos encuentre y refleje cualquier disonancia entre lo que es santo y lo que no lo es. Dejamos que nos estudie, nos examine y nos pregunte sobre el estado de nuestra alma. Creemos que es inspirada por Dios y la aceptamos como el mejor camino hacia una vida de santo amor y libertad. Sacrificamos nuestras luchas, ya sean triviales o costosas, y mantenemos nuestros ojos en el gran “adorno del capó” de las Escrituras, negándonos a dar un paso fuera del camino angosto que conduce a la vida ni por un momento.

No hace falta decir que no todos ven las Escrituras de esta manera. Una mirada superficial a la sociedad actual revela que nos estamos deshaciendo de las inhibiciones como nunca antes. Podemos esperar eso en el mundo, pero cuando se infiltra en la iglesia, debemos instruir y corregir, amonestar y disciplinar con el mismo amor, verdad y gracia que se encuentran en las mismas Escrituras. Hacer lo contrario sería imprudente y no estaría de acuerdo con el carácter de Dios. Porque este camino no es para todos, no todos se unirán a nosotros. Esto no debería ser una sorpresa. Escucha a Jesús hablando a su amada Jerusalén:

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!” (Mateo 23:37).

Si Jerusalén no estaba dispuesta a aceptar a Jesús cuando apareció en la carne, debemos aceptar el hecho de que no todas las personas lo aceptarán hoy.

Pero ¿qué hay de ti y de mí? Creo que nuestra fuerza como familia de fe en la Iglesia metodista libre radica en nuestra sumisión mutua a la autoridad de la Palabra de Dios. Independientemente de nuestros antecedentes o experiencias, nuestra devoción a la Palabra tiene un inmenso poder para unirnos.

Así que dejemos de lado todas las formas de falsa libertad y abracemos el camino angosto de la Revelación Otorgada por Dios, de buena gana, con gozo y con decisión, sabiendo el asombroso beneficio de caminar en los caminos de Jesús, para que esta tierra se parezca cada vez más al cielo debido a Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.

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Director de Comunicaciones de Luz y Vida

Brett Heintzman es el editor de Luz y vida en su rol de director de Comunicaciones de la Iglesia metodista libre – EE. UU., en la cual se desempeña como subdirector del Ministerio Nacional de Oración. Visita freemethodistbooks.com para adquirir sus libros “Becoming a Person of Prayer”, “Holy People”, “Jericho: Your Journey to Deliverance and Freedom” y “The Crossroads: Asking for the Ancient Paths”.