Independiente

Por B.T. Roberts

Puede ser que la única razón por la que no prosperas en tu alma es que te sientes demasiado independiente. Al cruzar un puente alto sobre un río profundo, no importa de qué lado saltes; seguramente te ahogarás de un lado como en el otro. Entonces, en relación con su curso, puede ser demasiado flexible y, por lo tanto, convertirse en un transigente. Y puede que seas demasiado independiente y te vuelvas obstinado. Cualquiera de los dos extremos entristecerá al Espíritu y te dejará seco, estéril e infructuoso.

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«Debes estar al lado de Dios y de los hijos de Dios».

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En ninguna parte se te ordena estar solo. Debes estar al lado de Dios y de los hijos de Dios. Este espíritu independiente es la levadura perversa que leuda toda la masa. Es el germen del fanatismo. El cuerpo de Cristo no es una agregación de muchos cuerpos separados. Se compone de muchos miembros, cada uno con sus propios deberes, y todos dependientes unos de otros.

Cristo ordenó a sus discípulos no el aislamiento, sino la unidad. Hizo que el éxito de sus oraciones dependiera de su acuerdo. “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 18:19 RV). Aquí el acuerdo en la oración se convierte en la condición del éxito en la oración.

Una vez más, nuestro Salvador dice que la marca de que seamos sus discípulos no es nuestra independencia sino nuestro amor mutuo. “Esto os mando: Que os améis unos a otros” (Juan 15:17 RV).

Entonces no pongas ese aire audaz e independiente, como si no te importara nadie y no quisieras que nadie se preocupara por ti. Tal proceder no es dictado por el Espíritu de Cristo. Sabe más a arrogancia que a humildad. Parece como si casi afirmaras la infalibilidad. Pablo nos manda a “ser llenos del Espíritu”, pero inmediatamente agrega “sometiéndose los unos a los otros en el temor de Dios”. Pero no te sometes a nadie, y te enorgulleces de ello como si evidenciara un alto estado de gracia.

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«Humíllate ante Dios, y Él suplirá lo que le falta a tu carácter cristiano».

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Estás completamente equivocado en tus puntos de vista sobre el carácter cristiano. La humildad, la y la mansedumbre son tan necesarias como la audacia y la independencia. Pero pierdes de vista estas gracias del Espíritu. Consiente que se vea el error. Humíllate ante Dios, y Él suplirá lo que le falta a tu carácter cristiano. Él te enseñará la sumisión.

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