Por Karen Cantú

«El que estaba sentado en el trono brillaba como piedras preciosas: como el jaspe y la cornalina. El brillo de una esmeralda rodeaba el trono como un arco iris.» (Apocalipsis 4:3 NTV).

«Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque era para él el hijo de su vejez; y le hizo una túnica de muchos colores. » (Génesis 37:3 KJV).

 

Todos apreciamos el color, ya sea consciente o inconscientemente. Desde la ropa que elegimos usar hasta la decoración de nuestro hogar, el color nos rodea y nos influencia. Mientras que la mayoría de las personas aprecian la capacidad del color para embellecer, para mí, trasciende nuestra estética mundana; es una fuente de profunda sabiduría espiritual.

El color crea una singularidad en cada faceta de mi existencia terrenal: los tonos de la naturaleza, los matices de los días soleados y de las noches tormentosas, la paleta que emerge en mis sueños, los tintes de los recuerdos, las tonalidades que la variedad de emociones colorea mi cuerpo y el espectro que refleja mis sentimientos; es un lenguaje de comunicación con mi Creador.

Explorar las profundidades de esta realización ha sido un viaje moldeado por diversas experiencias de vida y recuerdos.

Primeros Encuentros con el Color

Desde que tengo memoria, el color siempre me ha fascinado, me atrevo a decir, incluso más que a otros niños. Tengo vivos recuerdos de pintar con crayones en preescolar, donde notaba cómo su combinación era diferente que con los marcadores. (Por si tienen el pendiente, mi combinación favorita era usar un crayón rojo violeta y encima un marcador azul turquesa, creaba el tono de púrpura más hermoso de todos los disponibles en la caja de materiales de arte).

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«Elegir materiales de arte era una tarea con mucha consideración para Karen de 3 años«.

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Recuerdo un día, durante una merienda con mi mamá y sus amigas, el mesero me sorprendió con crayones que no eran los habituales de mi escuela. Fue entonces cuando empecé a prestar atención a las diferencias en los tonos de color entre marcas de crayones, encontrándome atraída hacia ciertos colores por razones que no podía explicar en ese entonces. Mi comprensión ahora es que, simplemente sabía cuáles prefería basándome en factores como la intensidad del color, las capacidades de mezcla y la gama de tonos que ofrecían. Elegir materiales de arte era una tarea con mucha consideración para Karen de 3 años (y aún lo es).

Mientras crecía, el color continuó siendo profundamente personal e interno, pero gradualmente se volvió más tenue. A los 5 años, recuerdo vívidamente elegir un vestido rosa con flores amarillas para visitar una granja de animales, ya que sus colores vibrantes reflejaban el espectro de alegría que sentía por este evento. Sin embargo, a los 15 años, me encontré optando por vestir solo de negro, influenciada por una mayor conciencia corporal e inseguridad. Estos recuerdos me llevaron a reflexionar sobre cómo las influencias personales y culturales pueden restringir nuestra expresión del color, moldeando nuestras elecciones y percepciones.

Durante mis años universitarios, cuando comencé mi formación como arquitecta de interiores, comencé a darme cuenta de que el color va más allá de influir en nuestras elecciones de ropa; también impacta profundamente en nuestros entornos. A través de la experimentación en mis proyectos, usaba sin miedo colores que nadie se atrevía a usar, como presentar un modelo morado en lugar del típico beige o blanco de un arquitecto. Aunque inicialmente no conocía del estudio de la psicología del color, instintivamente desarrollé un razonamiento detrás de por qué cada color funcionaba en contextos específicos.

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«Este encuentro despertó una profunda curiosidad acerca del simbolismo y el impacto que el color tiene en nuestras vidas en el plano físico y material».

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A medida que me adentraba en el mundo profesional del arte visual y el diseño, el color se convirtió en el aspecto clave de mi trabajo. Comencé a estudiar y adentrarme en la psicología del color, tomando decisiones deliberadas en cada proyecto. Con el tiempo, cultivé una sensibilidad aguda para los tonos, matices y armonías de color. El color para mí comenzó a convertirse en un lenguaje propio.

Soñando en Color

“La muralla estaba hecha de jaspe y la ciudad era de oro puro, semejante a cristal pulido.” (Apocalipsis 21:18).

Durante un tiempo de mucho sufrimiento y tristeza, Dios me dio un sueño, y aunque este sueño tenía muchos mensajes y significados más profundos que se revelarían lentamente con el tiempo, el color fue un lenguaje simbólico importante que Él usó para despertar comunicación conmigo.

En el sueño, después de mucho tiempo haciendo senderismo por una gran y alta montaña buscando desesperadamente la cabaña en la que vivía mi gato recientemente fallecido, finalmente llegué a la cima. Mientras recuperaba el aliento, miré más allá de los árboles y vi en el horizonte una enorme colorida ciudad de luz. Todo estaba hecho de cristal, de colores que aún no sé cómo describir con palabras o incluso replicar en mi arte. Me quedé asombrada al ver una escena tan hermosa frente a mis ojos.

Aunque el sueño se centraba más en cómo estaba lidiando con la culpa que sentía por la muerte de mi amado Marshall, y Dios respondiendo mis oraciones mostrándome que él estaba bien, al final, una dama de blanco vino y se paró a mi lado. Mientras lloraba de rodillas rogándole que me permitiera llevar a Marshall de vuelta a la Tierra conmigo, ella tocó suavemente mi hombro y dijo con la más amorosa voz, «No, este es el hogar de Marshall ahora, como lo es tuyo. Él estará aquí cuando regreses.» Levanté la cabeza y miré de nuevo la colorida ciudad de cristal, y con su vibrante luz reflejándose en mis lágrimas, me desperté.

Este sueño, se convirtió en un catalizador para mi camino espiritual de múltiples maneras. Fue como si Dios me reveló los colores de Su reino en un momento de necesidad, despertando en mí un anhelo inquieto por el lugar que mi espíritu llama hogar. Al mismo tiempo, avivó en mí una sed de conocimiento y comprensión del lenguaje que Él estaba utilizando para revelarme estas verdades.

Antes de esta experiencia, los colores en mis sueños pasaban desapercibidos. Sin embargo, este encuentro despertó una profunda curiosidad acerca del simbolismo y el impacto que el color tiene en nuestras vidas en el plano físico y material, y en el espiritual. Durante años, he mantenido un diario de sueños, convencida de que estos son mensajes de Dios. Es en las páginas de este diario donde comencé a registrar meticulosamente los colores que aparecían en mis sueños.

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«Con el tiempo, los colores que aparecían en mis sueños comenzaron a ofrecerme profundas revelaciones sobre mi vida».

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Me adentré no solo en la psicología contemporánea del color, sino también en la sabiduría antigua y el simbolismo que lo rodea. Me sumergí en las páginas de mi Biblia, buscando en sus versículos referencias sobre el color y sus significados. Con el tiempo, los colores que aparecían en mis sueños comenzaron a ofrecerme profundas revelaciones sobre mi vida.

A través de mis sueños, Dios ha utilizado el color para advertirme sobre la envidia de una persona cercana al cambiar sutilmente su ropa de azul a verde mientras me abrazaba. Expuso la falsedad, el dolor y el abuso que una persona infligía a mi mejor amiga mientras me apuntaba con una pistola de un color azul claro. Dios me alentó a buscar y confrontar la raíz de mi tristeza mientras me guiaba en la búsqueda de un elefante azul en el bosque.

Verdades más profundas

Aunque se sabe que el color tiene diferentes significados según nuestras experiencias culturales e individuales, la esencia misma del entendimiento del simbolismo radica en que existen, de hecho, diferentes planos de interpretación, pues ¿no es capaz Dios de decir muchas cosas en una sola?

En mi estudio de los colores y sus significados simbólicos, me asombra la profunda alineación entre sus atributos físicos y su significado más profundo. Es fascinante ver cómo el valor de un color en el mundo tangible corresponde directamente con su importancia simbólica. Esta observación me llevó a considerar las ideas del teólogo Emanuel Swedenborg sobre el simbolismo del color. Swedenborg sugiere que los colores transmiten verdades más allá de su apariencia, consistentes en todas las culturas, invitándonos a explorar ideas espirituales más profundas en cada tonalidad.

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«Los colores están tejidos en la narrativa como símbolos de la sabiduría y revelación de Dios. Cada tonalidad habla sobre el plan de redención y gracia de Dios».

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Reflexión

Reflexiono sobre las profundas enseñanzas teológicas que se encuentran en las páginas de la Escritura, desde las vibrantes descripciones del trono celestial en Apocalipsis (Apocalipsis 4:3) hasta el signo de pacto del arcoíris en Génesis (Génesis 9:13), los colores están tejidos en la narrativa como símbolos de la sabiduría y revelación de Dios. Ya sea el hilo carmesí del rescate de Rahab (Josué 2:18) o la túnica púrpura que Jesús llevaba durante su juicio (Marcos 15:17), cada tonalidad habla sobre el plan de redención y gracia de Dios.

Mi esperanza es que, al continuar compartiendo mis percepciones a lo largo de este camino espiritual, despierte tu curiosidad por el lenguaje de los colores presente en todos los aspectos de nuestra existencia. Romanos 1:20 nos dice que las cualidades invisibles de Dios se revelan a través de Su creación. El color es un testimonio vibrante de la creación de Dios.

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Karen Cantú es la diseñadora principal y estratega tanto de esta revista como del departamento de comunicaciones Light + Life de la Iglesia Metodista Libre de EE. UU. También es una artista visual profesional reconocida por su estilo surrealista metamodernista y su experiencia en medios digitales (karenkatar.com). Más allá de sus actividades creativas, encuentra alegría en la naturaleza, especialmente a través de actividades como acampar y el paddle boarding. Nacida en México y ahora radicada en Montreal, Quebec, vive con su esposo, Charles, y sus tres queridas mascotas, Lily, Sheldon y Penny.

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