Melanie Eccles

Melanie Eccles

Melanie Eccles es una presbítera metodista libre ordenada que actualmente sirve la Iglesia Evergreen en Ypsilanti, Michigan, como pastora asociada de formación espiritual. Graduada en dos ocasiones de la Universidad de Spring Arbor, obtuvo una licenciatura en filosofía/religión (2008) y una maestría en formación espiritual y liderazgo (2018). Melanie y su esposo, Kevin (SAU 2008, NES 2014) están encantados de criar a sus hijas, Kirsten y Junia. Juntos aman el culto litúrgico, organizan reuniones alrededor de su Mesa de Vecinos y viven un estilo de vida hiperlocal. Este artículo es una adaptación de su sermón “¿Por qué la Biblia?”

Por Melanie Eccles

El Estilo Metodista Libre expresa valores que dan forma a la identidad de la Iglesia Metodista Libre de EE. UU. Esta expresión comienza con Santidad Vivificante (“un regalo que nos libera para una vida abundante porque nos rescata del poder destructivo del pecado”) y concluye con la Revelación Otorgada por Dios: “Nos adherimos sin fluctuar a nuestra convicción de que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios y nuestra autoridad final en todo lo que tiene que ver con la fe y la práctica”.

Antes de entrar en la revelación específica de las Escrituras, comencemos preguntando: ¿Cómo se revela nuestro Dios santo a sí mismo?

Dios se revela a sí mismo en la Creación.

El Salmo 19:1-4 canta, “Los cielos proclaman la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de Sus manos. Un día transmite el mensaje al otro día, Y una noche a la otra noche revela sabiduría. No hay mensaje, no hay palabras; No se oye su voz. Pero por toda la tierra salió su voz, y hasta los confines del mundo sus palabras. En ellos Dios puso una tienda para el sol” (NBLA).

Pablo en Romanos 1:20 argumenta: “Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa”

Podemos mirar alrededor del mundo creado y ver a Dios.

Dios se revela a sí mismo en Jesús, la Palabra se hizo carne.

El discípulo amado escribe en Juan 1: “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, las tinieblas no han podido extinguirla. …Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”.

En Colosenses 1:15-20, el apóstol Pablo se vuelve poético acerca de Dios revelándose a sí mismo en Jesús. “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él. Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente. Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de la resurrección, para ser en todo el primero. Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud y, por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz”.

Dios nos revela a sí mismo en la presencia del Espíritu Santo.

En Juan 14 y Juan 16, Jesús mismo les dijo a sus seguidores que continuarían teniendo comunión con Dios a través de la presencia del Espíritu Santo. “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he dicho” (Juan 14:26 NBLA). “Pero, cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá solo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir” (Juan 16:13).

Vemos a Dios revelándose a nosotros a través de la iglesia, el cuerpo de Cristo.

Nosotros, tú y yo, debemos convertirnos en el amor de Dios el uno por el otro. Pablo escribe en 1 Corintios 12:24-27: “Así que Dios armó el cuerpo de tal manera que los miembros que pudieran parecer menos importantes recibieran más honor.  Esto hace que no haya divisiones en el cuerpo, sino que cada uno se ocupe de los demás. Si un miembro sufre, los demás miembros sufren con él; y si un miembro recibe algún honor, los demás se regocijan con él. Todos ustedes forman el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro necesario de ese cuerpo” (NBV).

Y eso nos lleva a las Sagradas Escrituras, la revelación dada por Dios en nuestro regazo.

Dios nos revela a sí mismo a través de la Biblia.

¿Qué es exactamente la Biblia? Según nuestro Libro de Disciplina, “La Biblia es la Palabra escrita de Dios, inspirada únicamente por el Espíritu Santo. Da testimonio inequívoco de Jesucristo, la Palabra viva. Atestiguada por la iglesia primitiva y concilios posteriores, es el informe fidedigno de la revelación de Dios, completamente verdadera en todas sus afirmaciones”.

¿Para quién es la Biblia?

Desde el origen de estos pergaminos, las palabras de la Escritura han sido destinadas a los oídos de todo el pueblo de Dios. A diferencia de mí, que tengo ocho copias de este libro sagrado en mi estantería, la mayoría de los seguidores de Dios a lo largo de la historia nunca tuvieron acceso directo al texto. Es por eso por lo que reunirse fue y siempre será esencial: la lectura pública de las Escrituras es parte de nuestra vida de Dios. Estas palabras vivas y activas de la Biblia son útiles para la vida de cada persona.

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«No es un cuerpo de conocimiento secreto accesible solo a una élite académica». – Eugene Peterson

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En el trabajo del pastor (y ex alumno de la Universidad Seattle Pacific) Eugene Peterson de traducir la Biblia a una lengua vernácula moderna (ahora conocido como El Mensaje), llegó a una nueva comprensión de la lectura y el estudio bíblico. Se estaba reuniendo con un grupo de su congregación, una reunión de personas promedio sin educación superior en idiomas o interpretación bíblica: gente común de la iglesia. En Eat This Book: A Conversation in the Art of Spiritual Reading [Comete este libro: una conversación sobre el arte de la lectura espiritual]”, recordó Peterson, “cambié mi estilo de enseñanza. En lugar de informarles… simplemente reuní a la gente para leer el texto tal como lo tenemos. … Hay una palabra elegante para lo que quedó claro en estas reuniones: perspicuidad: la convicción de que la Biblia es básicamente legible tal como es. No es un cuerpo de conocimiento secreto accesible solo a una élite académica. Está escrito claramente para hombres y mujeres comunes”.

La Biblia habla por sí misma.

¿Por qué leer la Biblia?

Tanto como metodista libre como seguidora de Jesús de toda la vida, tengo una fuerte convicción de que leer y memorizar las Escrituras son componentes cruciales para vivir con Jesús. Es a través de las Escrituras que aprendemos quién es Jesús y qué hizo Jesús y cómo debemos vivir una vida de santidad como Él.

A través de la memorización de las Escrituras, nuestros pensamientos se alinean con los pensamientos santos de Dios. Nuestra formación más profunda no son citas de películas, letras de canciones, titulares de noticias o chismes familiares. Nuestros pensamientos son formados por el Dios santo que también se llama amor. Cambia nuestra forma de pensar. Al leer y estudiar las Escrituras, nos encontramos con la convicción y el desafío de confesar y cambiar los hábitos no saludables. En las Escrituras, nos unimos a todos los seguidores de Jesús a través del tiempo y el espacio, sabiendo que somos parte de una narrativa convincente de vida abundante con Dios. Es en la Escritura que encontramos las razones de la esperanza que tenemos.

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«Creemos que estar fundamentados en la Palabra de Dios es esencial para vivir en Cristo y servir en el reino de Dios». – Obispo Matt Whitehead

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Como el obispo Matt Whitehead escribió anteriormente para Luz y vida, “El analfabetismo bíblico es un problema grave porque cualquiera que no se base en el fundamento de la Palabra de Dios comienza a interpretar los problemas sociales, las tendencias culturales e incluso los problemas de la práctica y la disciplina de la iglesia a través de puntos de vista de la misma cultura y sociedad que a menudo se opone a la Biblia. Como wesleyanos, creemos que estar fundamentados en la Palabra de Dios es esencial para vivir en Cristo y servir en el reino de Dios”.

Si te consideras un seguidor de Jesús, detente y pregúntate ahora mismo: ¿Estoy bíblicamente alfabetizado? ¿Cuánto tiempo paso leyendo la Biblia fuera de la reunión del domingo por la mañana?

¿Has oído hablar de la frase “Eres lo que comes”? En “Eat This Book”, señaló Peterson, “los lectores se convierten en lo que leen. Si la Sagrada Escritura va a ser algo más que un mero chisme acerca de Dios debe ser internalizada”.

Peterson comenzó con esta vívida imagen de Apocalipsis 10:8-11 donde leemos: “En ese momento, la voz del cielo me habló de nuevo: ‘Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está de pie sobre tierra y mar’. Yo me le acerqué y se lo pedí. ‘Sí’ me respondió; ‘tómalo y cómetelo. Al principio te sabrá a miel, pero cuando te lo tragues te amargará el estómago’. Lo tomé entonces y me lo comí. Y, efectivamente, me fue dulce en la boca, pero al tragármelo me amargó el estómago. Entonces el ángel me ordenó: ‘Todavía tienes que profetizar de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes’” (NBV).

La Biblia puede ser agridulce. La Biblia no nos sienta bien hasta que se convierte en parte de nuestro ser y nuestro hacer. Debemos hacer más que simplemente escuchar las palabras de la Escritura. Debemos hacer más que tomar notas durante el sermón. Debemos hacer más de un estudio bíblico tras otro estudio bíblico. Debemos comer este libro con el hambre de la santidad vivificante.

Comer el libro, la revelación dada por Dios de la Santa Biblia, significa ingerirlo, masticarlo, saborearlo y luego permitir que sea digerido, que se convierta en parte de nuestro ser, que nos cambie por dentro.

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«Este tipo de lectura deja de lado la necesidad de información y en cambio desea la transformación».

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“Los cristianos se alimentan de las Escrituras”, escribe Peterson. “La Sagrada Escritura nutre a la santa comunidad como la comida nutre el cuerpo humano. Los cristianos no aprenden, estudian o usan las Escrituras simplemente; la asimilamos, la llevamos a nuestra vida de tal manera que se metaboliza en actos de amor, vasos de agua fría, misiones por todo el mundo, sanidad y evangelización y justicia en el nombre de Jesús, manos levantadas en adoración al Padre, pies lavados en compañía del Hijo”.

Amigos, necesitamos ser personas de santidad formadas por la Escritura, esta revelación otorgada por Dios. Necesitamos ir más allá de escuchar y estudiar, y comenzar a tomar y comer. La información está muy bien. Pero la Biblia como viva y eficaz cambiará nuestras vidas.

Lee tu Biblia todos los días y deja que la Biblia te lea a ti. Este tipo de lectura deja de lado la necesidad de información y en cambio desea la transformación.

En palabras de Peterson: “Ven a la mesa y come este libro, porque cada palabra en el libro tiene la intención de hacer algo en nosotros, dar salud y plenitud, vitalidad y santidad a nuestras almas y cuerpos”.+

Melanie Eccles

Melanie Eccles

Melanie Eccles es una presbítera metodista libre ordenada que actualmente sirve la Iglesia Evergreen en Ypsilanti, Michigan, como pastora asociada de formación espiritual. Graduada en dos ocasiones de la Universidad de Spring Arbor, obtuvo una licenciatura en filosofía/religión (2008) y una maestría en formación espiritual y liderazgo (2018). Melanie y su esposo, Kevin (SAU 2008, NES 2014) están encantados de criar a sus hijas, Kirsten y Junia. Juntos aman el culto litúrgico, organizan reuniones alrededor de su Mesa de Vecinos y viven un estilo de vida hiperlocal. Este artículo es una adaptación de su sermón “¿Por qué la Biblia?”