Jeff Finley

Jeff Finley

Editor Ejecutivo de Luz y Vida

Jeff Finley es el editor ejecutivo de la revisa. Se unió al equipo de Luz y Vida en el 2011 después de una docena de años reportando y editando para Sun-Times Media. Es miembro de la Iglesia Metodista Libre John Wesley en donde su esposa, Jen, sirve como pastora líder.

por Jeff Finley

En más de 20 años de editar y escribir para periódicos y revistas, he aprendido que no es fácil predecir qué artículos y temas molestarán a los lectores. Cuando espero controversia y enojo, la respuesta colectiva a menudo es el silencio o entusiasta aceptación. Sin embargo, algunas veces, un artículo o foto aparentemente inocuos genera un enojo inesperado. Puedo decir por la experiencia de primera mano que no hay nada que ahuyente a los suscriptores como el mismo rompecabezas que inadvertidamente apareció en dos ediciones en fila.

Al revisar la lista de temas de LUZ Y VIDA para 2020, yo espero alguna controversia. El tema de “Santidad Sexual”, por ejemplo, puede provocar en la gente a dedicarle una segunda repasada. El tema de este número no tiene ese propósito.

Después de todo, no importa dónde caigas en el espectro teológico, casi todos (excepto los ateos o posiblemente los agnósticos) podrán estar de acuerdo con el tema de esta edición: “Amar a Dios”. Es posible que no estés de acuerdo con cada frase de todos los artículos de las páginas precedentes, pero me imagino que LUZ Y VIDA no recibirá ningún e-mail, carta regular o comentarios en Facebook que critiquen el tema general.

Si todos estamos de acuerdo de que debemos amar a Dios, ¿entonces para qué preocuparnos por algún asunto de la revista en este tema? Si amar a Dios es una orden, nuestra declaración de misión podría ser solamente “amar al prójimo y hacer discípulos”.

Podríamos decir que todos debemos amar a Dios, ¿pero está Dios en el primer lugar de la lista? Cuando le decimos a Dios: “¿Te he dicho últimamente que te amo? ¿Te he dicho que no hay nadie a quien ame más que a Ti?”

¡Muy bien! Es posible que la letra de la canción de Van Morrison/Rod Stewart no sea la apropiada aquí. Más bien veamos Deuteronomio 6, que dice: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas” y también “lo servirás solo a él” con un recordatorio de que el Señor tu Dios, quien está entre ustedes, es un Dios celoso”.

¿Ponemos a Dios primero? ¿Lo ponemos?

Tengo temor de la respuesta basada en la lista en “la pantalla” que comenzó a aparecer misteriosamente en mi teléfono celular después de que active una actualización hace unos meses. De repente, veo el rango que ocupa mi Biblia en la lista de las aplicaciones más usadas. Es convincente ver la Biblia debajo de las aplicaciones de mis cuentas de las redes sociales.

Un conjunto diferente de prioridades se refleja en una caja de Biblias familiares almacenadas temporalmente en mi casa mientras mis suegros se mudan a una nueva casa. Como mi esposa publicó en Facebook: “Me gusta que estas Biblias literalmente se están desarmando. Están gastadas, partidas y usadas”. Ella descubrió que algunas de las Biblias de su padre literalmente están unidas con cinta de pegar.

Por favor, no quiero que consideres este artículo como un caso de legalismo. No debemos hacer que la membresía en la iglesia en lo gastadas que estén nuestras Biblias, y no estoy diciendo que los ujieres de la iglesia deben estar hacienda inspecciones aleatorias en los teléfonos. Sin embargo, yo creo que la manera en que gastamos nuestro tiempo (y nuestro dinero) puede reflejar más de lo que nos preocupamos por admitir sobre qué y a quién amamos.

Como dice en Éxodo 20, Dios dijo: “No tengas otros dioses además de mí”, y luego le añadió a eso otro recordatorio de que “Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso”.

¿Quiénes son tus dioses? La política, las compras, el sexo, los videojuegos, deportes, Netflix, música y/o comida? Estas cosas no necesariamente son malas, pero las cosas buenas, e incluso las necesidades pueden convertirse en dioses si los priorizamos sobre Dios.

Algunas veces pensamos que amamos a Dios si nos complacemos con cosas que tienen una etiqueta cristiana — conferencias cristianas, música cristiana, servicios de compañía cristianos, películas cristianas, cruceros cristianos, libros cristianos, luchas cristianas (sí, sí las hay), comedia cristiana

Pablo advierte a los corintios: “El celo que siento por ustedes proviene de Dios. …  Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, los pensamientos de ustedes sean desviados de un compromiso puro y sincero con Cristo. Si alguien llega a ustedes predicando a un Jesús diferente del que les hemos predicado nosotros, o si reciben un evangelio diferente de los que ya recibieron, a ese lo aguantan con facilidad”.

Debemos proceder con cautela, porque la historia de la iglesia, y el Internet de hoy ofrece muchos ejemplos de cristianos que acusan a otros cristianos de herejía sobre diferencias teológicamente menores. Aun así, necesitamos observar cuidadosamente nuestra “vida y doctrina muy de cerca” (1 Timoteo 416). ¿Estamos permitiendo que nuestro entusiasmo por algún líder Cristiano en particular, autor, maestro, música o página web opaque lo que Dios está tratando de revelar por medio del Espíritu Santo (Romanos 8:14), la Escritura (2 Timoteo 3:16) y el sabio consejo de personas que conocemos como de las mejores (Proverbios 15:22)?

¿Estamos dispuestos a buscar primeramente a Dios (Mateo 6:33) y orar que la “oración peligrosa” — “cualquier cosa, todo, lo que sea necesario” — que termina el artículo de Bob Sorge en esta edición? ¿Demostraremos nuestro amor tomando nuestra cruz y siguiendo a Cristo (Mateo 10:38 y 16:24, Marcos 8:34, Lucas 9:23 y 14:27)? +

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Light+Life Executive Editor

Jeff Finley es el editor ejecutivo de la revisa. Se unió al equipo de Luz y Vida en el 2011 después de una docena de años reportando y editando para Sun-Times Media. Es miembro de la Iglesia Metodista Libre John Wesley en donde su esposa, Jen, sirve como pastora líder.