Jonny Leech

Jonny Leech

Jonny Leech es el pastor principal de la Iglesia Luz y Vida en Thornton, Inglaterra, y un empresario propietario de Garstang Fish and Chips, incluido entre los 50 mejores restaurantes de pescado y patatas fritas del Reino Unido. Es un exconcejal electo que se desempeñó como alcalde de Garstang. Es estudiante de doctorado en el Seminario del Noreste y anteriormente recibió una licenciatura en contabilidad y finanzas de la Universidad de Lancaster y una maestría en teología y liderazgo del St. Mellitus College de la Iglesia de Inglaterra. Ha estado casado con su novia de la secundaria, Hannah, durante 11 años y juntos tienen una hija de 4 años y un hijo de 1 año. Le apasiona su familia, la fe, los deportes y ayudar a otros a encontrar la libertad tanto en su vida espiritual como en sus finanzas.

Por Jonny Leech

Siempre es emocionante prepararse para la Navidad en mi casa. ¡Lo amamos! Puede que sea noviembre, pero ya estamos empezando a planificar la temporada navideña. ¿Qué no se podría amar? Excelente comida, excelente compañía, dar y recibir regalos, niños entusiasmados, familias reuniéndose, iglesias trabajando más fuerte, cifras de asistencia altas, servicios de villancicos, nacimientos y aquellos lejos de Dios uniéndose a las celebraciones. Dios mismo descendió del cielo y recibimos a Emmanuel, Dios con nosotros. Qué regalo tan increíble, uno que nunca olvidaré.

Una cosa que no entiendo de la Navidad, y tampoco del resto del año, es cuando la gente se comporta como el personaje de la novela de Charles Dickens, “A Christmas Carol [Un Cuento de Navidad]”, ¡Scrooge! ¡Nadie quiere ser amigo de un scrooge (materialista)!

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«¿Cómo nos aseguramos de estar en este mundo y no ser de él en lo que respecta a nuestras finanzas y procesiones?«

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En un mundo lleno de infinitas distracciones y materialismo, especialmente en Navidad, es fácil quedar atrapado en el juego de las comparaciones y la competencia por el beneficio personal y olvidar la importancia de la generosidad como elemento esencial de nuestro camino cristiano. Está bien tener cosas bonitas, incluso buenas —creo que todos los buenos regalos de mi vida, tanto materiales como inmateriales, han sido dados por Dios—, pero lo que no está bien es cuando las cosas nos tienen a nosotros. Entonces, ¿cómo nos aseguramos de estar en este mundo y no ser de él en lo que respecta a nuestras finanzas y procesiones?

Creo que el antídoto contra la codicia es la generosidad. Es simple, no creo que puedas ser codicioso y generoso al mismo tiempo. Si estás dando libremente de lo que Dios te ha confiado a tu cuidado, ya sea a través del diezmo a tu iglesia local, ayudando a la madre soltera con sus compras, asegurándote de que tus hijos estén bien preparados para su vida adulta o dándole propina al estudiante universitario que está sirviendo mesas los fines de semana, entonces no estás acaparando. Esto es saludable. ¡Esto te salva de ser un scrooge!

La generosidad es un rasgo de carácter. Es algo que otras personas ven en ti. No puedes simplemente identificarte como una persona generosa; son los demás quienes te reconocen como generoso. Es un poco como el líder que dice que es accesible, pero todos sabemos que no lo es. No quisiéramos ser la persona que les dé retroalimentación u ofrezca orientación, ya que sus comentarios no serían bienvenidos, pero ellos continúan considerándose accesibles porque tienen una política de puertas abiertas. Lo mismo ocurre con ser un dador agradecido. Si crees que eres generoso pero tus amigos, familiares o (me atrevo a decir) el pastor piensa que eres tacaño, entonces lamentablemente tienes trabajo que hacer. La generosidad no es algo que uno hace; ¡es lo que eres!

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«Sólo puedes dar de sobra, del extra que no necesitas«.

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La generosidad no es algo que Dios quiere de nosotros sino algo que Él quiere para nosotros.

La generosidad no es sólo algo bueno; es cosa de Dios. Es una forma de vida que refleja el amor de Dios. La Palabra de Dios nos anima a dar sin esperar nada a cambio, a compartir nuestras bendiciones con los demás desinteresadamente. En breve, somos bendecidos para que nosotros a su vez podamos ser una bendición a otros. En 2 Corintios 9:7 leemos: “Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría”.

No hay nada más satisfactorio ni más alegre que ser generoso. Levanta nuestro corazón, centra nuestra atención en los necesitados y nos recuerda los dones que Dios nos ha dado. Sólo puedes dar de sobra, del extra que no necesitas. Hay algo en el acto de ser parte de la respuesta a la oración de alguien que es bueno para nuestra alma y nos recuerda quién es el dueño de todas nuestras posesiones. Recuerda que somos simplemente mayordomos. Lo más divertido que puedes hacer con el dinero es regalarlo.

Da un poco hasta que puedas dar mucho.

Como pastor, a menudo me preguntan: “¿Cuánto deberías dar?” Mi respuesta siempre es “¡tanto como puedas! Da un poco hasta que puedas dar mucho”.

Lo poco es mucho cuando Dios está en ello. Su economía está al revés de la nuestra, que en realidad es la forma correcta. En Marcos 12:41–44, encontramos la historia de la blanca de la viuda. Jesús y sus discípulos estaban observando a la gente dando sus ofrendas en el templo cuando se acercó una viuda pobre. Colocó dos monedas pequeñas (todo lo que tenía a su nombre) en la ofrenda. Jesús la felicitó por su don, diciendo: “Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento”.

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«La generosidad no requiere grandes recursos; se trata del corazón detrás del regalo«.

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Este pasaje ilustra maravillosamente el principio de que lo que en realidad importa no es la cantidad de lo que damos, sino la sinceridad y el sacrificio detrás de ello. La generosidad no requiere grandes recursos; se trata del corazón detrás del regalo. La generosidad no se trata del tamaño de nuestras billeteras; es del tamaño de nuestros corazones. Vamos, si una viuda sin muchos recursos puede hacer una contribución significativa al reino, entonces sé que no tienes excusas para no hacer lo mismo.

La generosidad de Dios es abundante y desbordante. Él satisface todas nuestras necesidades, tanto materiales como espirituales. Es nuestro deber como creyentes reflejar Su generosidad compartiendo nuestras bendiciones con los demás. Gratuitamente hemos recibido y gratuitamente debemos dar. Esto se aplica al perdón, la gracia y el dinero. A menudo subestimamos el impacto de nuestras donaciones, pero la Biblia nos asegura que “El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará” (2 Corintios 9:6).

Esta promesa refleja el principio de cosechar lo que siembras. Cuando damos con generosidad, Dios nos bendice a cambio, no necesariamente con riquezas materiales, sino con un profundo sentido de satisfacción y crecimiento espiritual. ¡Este es un programa de intercambio divino con beneficios eternos!

Dios fue primero.

Somos generosos porque es el ejemplo de Dios. Él dio, da y seguirá dándonos generosamente. Basta pensar en Jesús, el mayor regalo de Navidad. Dios fue primero.

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«… estamos llamados a ser más que simples receptores de las bendiciones de Dios«.

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La generosidad es un camino de fe que nunca termina realmente. Es un camino que recorremos a lo largo de nuestras vidas, aprendiendo y creciendo a lo largo del camino. Como Metodistas Libres, estamos llamados a ser más que simples receptores de las bendiciones de Dios: estamos llamados a ser conductos de Su amor. Al practicar la generosidad, no sólo honramos Sus enseñanzas, sino que también nos convertimos en un testimonio vivo de Su gracia.

Entonces, abracemos la alegría de dar y apliquémosla a nuestras vidas. Recordemos la historia de la viuda y demos de corazón, sabiendo que incluso los obsequios más pequeños pueden tener un impacto significativo. Caminemos en la abundancia de la gracia de Dios, entendiendo que nuestra generosidad trae bendiciones sin medida. La generosidad refleja nuestra fe en un Dios que ha sido extravagantemente generoso con nosotros. Dar no sólo enriquecerá tu propia vida, sino que también hará brillar la luz del amor de Cristo para que todos lo vean. Así que no seas un Scrooge; Nadie quiere ser amigo de un scrooge.

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Jonny Leech es el pastor principal de la Iglesia Luz y Vida en Thornton, Inglaterra, y un empresario propietario de Garstang Fish and Chips, incluido entre los 50 mejores restaurantes de pescado y patatas fritas del Reino Unido. Es un exconcejal electo que se desempeñó como alcalde de Garstang. Es estudiante de doctorado en el Seminario del Noreste y anteriormente recibió una licenciatura en contabilidad y finanzas de la Universidad de Lancaster y una maestría en teología y liderazgo del St. Mellitus College de la Iglesia de Inglaterra. Ha estado casado con su novia de la secundaria, Hannah, durante 11 años y juntos tienen una hija de 4 años y un hijo de 1 año. Le apasiona su familia, la fe, los deportes y ayudar a otros a encontrar la libertad tanto en su vida espiritual como en sus finanzas.