En el mundo, pero no del mundo

Por Terry Beasley

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Salmos 1:1-2).

A Salmos 1 le llaman el capítulo de sabiduría de los Salmos. Nos enseña que tenemos la opción de seguir la dirección de vida de Dios o la del mundo. Todo creyente debe vivir con el desafío constante de vivir en el mundo, pero no ser del mundo, lo que nos lleva a nuestro pensamiento de hoy:

Estar en el mundo, pero no ser del mundo.

En este Salmo, el escritor establece dos caminos o direcciones en la vida. Uno es el camino correcto que conduce a la bendición y el otro es el camino malo o incorrecto que conduce a la miseria. Nos muestra consejos sobre cómo podemos vivir en este mundo sin vivir como el mundo.

El verso comienza con “Bienaventurado”.  Veamos la palabra bienaventurado. Es una descripción de una vida caminando con Dios. La bienaventuranza es un estado espiritual de bienestar y prosperidad, una satisfacción profunda y llena de alegría que no puede ser sacudida por ningún evento o suceso mundial.

La palabra “bienaventurado” aparece unas 30 veces en el libro de los Salmos. Por ejemplo, el Salmos 106:3 dice: “Bienaventurados los que guardan el derecho, los que hacen justicia en todo tiempo” (RVR1995).

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«Debemos tener cuidado a lo que exponemos nuestros oídos, ojos y mentes».

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Para que los creyentes vivamos este tipo de vida, no debemos vivir nuestras vidas como el mundo ni aceptar el consejo de los malvados. El consejo de los malvados es el enemigo de Dios. Un creyente debe tener cuidado de quién le da consejo. Esta palabra consejo habla de una voz o asesoría. Muchas voces en el mundo intentan influenciarnos. La voz del mundo puede llegar a nosotros de muchas maneras: amigos/familiares incrédulos, líderes/políticos impíos, noticias seculares y redes sociales. Debemos tener cuidado a lo que exponemos nuestros oídos, ojos y mentes.

“Oh almas adúlteras! ¿No saben ustedes que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4 NBLA).

La voz del mundo tiene el poder de moldearnos, formarnos y dominar nuestro comportamiento.

Cualquier cosa que moldee nuestra mente moldeará nuestra vida.

A medida que avanzamos en nuestras rutinas diarias en el mundo (familias, escuelas, trabajos, etc.), asegurémonos de no adoptar la perspectiva del mundo ni permitir que dicte cómo vivimos nuestras vidas. Debemos operar bajo la ley de Dios, permaneciendo en Su Palabra, leyendo Su Palabra, meditando en Su Palabra, siendo hacedores de Su Palabra y permitiendo que la Palabra nos moldee y nos forme.

“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente…” (Romanos 12:2).

Debemos vivir con una mentalidad celestial sabiendo que este no es nuestro hogar. No améis las cosas del mundo y os conforméis a ellas. Estas cosas son temporales. Estas cosas llevan a la muerte. Los benditos obtienen su consejo de la Palabra.

“sino que se deleitan en la ley del Señor, la meditan día y noche” (Salmos 1:2 NBV).

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«Cuanto más leemos y aplicamos la Palabra de Dios en nuestra vida, menos deseos tenemos por las cosas mundanas».

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El escritor también nos está haciendo saber que el bendito se deleita en la ley del Señor, que es la Palabra de Dios. Esta persona ama tanto la Palabra de Dios que la medita día y noche. Nuestro deseo es que la Palabra de Dios influya en nuestra vida. Cuanto más leemos y aplicamos la Palabra de Dios en nuestra vida, menos deseos tenemos por las cosas mundanas.

Mis hermanos y hermanas en Cristo, el ideal es vivir nuestras vidas en el mundo con un estándar más alto: una persona bendecida que busca el consejo de Dios y estudia Su palabra para que podamos ser una luz en el mundo y no ser del mundo.

“pues amo tus mandamientos, y en ellos me regocijo” (Salmos 119:47).+