Jeff Finely

Jeff Finely

Light + Life Editor Ejecutivo

Jeff Finley es el editor ejecutivo de Luz y vida. Se unió al equipo de Luz y vida en el 2011 después de doce años de trabajo en reportajes y edición para Sun-Times Media. Es miembro de la Iglesia metodista libre John Wesley, en la que su esposa, Jen, funge como la pastora principal.

by Jeff Finley

La Rev. Dra. Sheila Houston ha sido entrevistada en la televisión nacional y en auditorios de mega iglesias. Su conocimiento y valentía le han atraído la atención de políticos, periodistas y especialistas.

Pero los primeros años de la vida de Houston estuvieron lejos de los reflectores. Ella creció en una familia de 14. “Casi no conocí a mi padre siendo niña ya que desapareció”, dijo Houston durante una entrevista con LUZ Y VIDA, en la que recuerda que su padre le dio una chaqueta de cuero. “Después de eso, ya no recuerdo que mi padre estuviera cerca en mi niñez. Sin embargo, en mi vida adulta, tuve tres breves encuentros con él antes de su muerte. Yo anhelaba tener a mi padre en mi niñez y en mis años de adolescencia”.

En una competencia de saltos al estilo de Supermán con sus hermanos, ella dio el salto más largo, se estrelló el cristal de una puerta, y fue llevada al hospital.

“Terminé echando a perder mi vista, y con el uso de lentes, y no solo terminé usando lentes, tuve que usar lentes gruesos”. Se burlaban de ella y la llamaban “cuatro ojos”, hasta que eventualmente dejó de usar sus lentes, aunque no podía ver bien.

Siendo una adolescente, camino de la escuela hacia mi casa con amigos, sintió que algo golpeó su cabeza, su rostro se llenó de sangre. Más tarde supo que una munición de un rifle se alojó en su cabeza, y el médico dijo que por el lugar donde se alojó el proyectil estuvo a punto de morir.

“En el curso de mi vida, he estado a punto de morir en 13 ocasiones, pero Dios…”. dijo Houston, quien le da el crédito a Dios por protegerla.

Su madre asistía a una iglesia Bautista la mayoría de los domingos, y ocasionalmente ella la acompañaba, pero esas visitas no sirvieron de mucho.

“Cada vez que mis hermanos y yo llegábamos, parecía que el pastor no preparaba ningún mensaje”, ella recuerda: “Cuando llegábamos, él sólo hablaba de nosotros, y definitivamente no nos agradaba nada”.

Casada en su Adolescencia/En el Tráfico

Cuando llegó a la adolescencia su madre le decía que no fuera a resultar embarazada, ella respondía que, si acaso eso sucediera, se casaría con el padre de la criatura.

Comenzó a salir con un adolescente un poco mayor, y él le compró una chaqueta gris de piel.

“Después de comprarme aquella chaqueta, luego me pidió algo más”, recuerda. “Yo pensaba que era buen muchacho. Quería que viviéramos juntos, así que terminamos viviendo juntos, y después de eso, terminamos casándonos”.

Ella solo tenía 16 años, a la corte iba encinta, y los recién casados tuvieron una noche de bodas bastante inusual.

“Él se fue a casa de su madre, y yo me regresé a la mía”, dijo: “No nos fuimos a vivir juntos hasta que una de mis hermanas mayores nos consiguió un apartamento”.

 “Él comenzó a hablar acerca de que nos hacía falta dinero, de modo que fue entonces que quiso que yo comenzara a trabajar en las calles”, dijo: “No lo llamamos tráfico humano entonces, pero resulta que eso era”.

Comenzó a trabajar en el área de Seattle en la que los hombres pasaban en sus autos solicitando comprar sexo.

A mí nunca me gustó, y puedo recordar que había algo dentro de mí que no le agradaba este modo de vivir”, dijo Houston, quien luego añadió que igual que otras víctimas del tráfico humano, ella se decía a sí misma que ella amaba a su esposo que la vendía, y que estaba creando una vida mejor para su familia. “Eso es lo que dice la mayoría de las víctimas del tráfico sexual”.

Una noche, un hombre la sacó de su casa, la llevó al lugar en el que él vivía, y la violó apuntándole con un arma en su cabeza. Cuando ella se fue de la casa de aquel hombre le contó a su esposo, él le dio un cuchillo mantequillero y le dio que se regresara a las calles.

“Me fui a las calles llorando toda la noche. No quería encontrarme con nadie”, dijo: “Yo siempre clamaba a Dios”.

Ella entonces no era cristiana, pero clamó a Dios por ayuda.

Su esposo decidió que se irían a Phoenix con el hijo de amgos, y le prometió una nueva vida para ellos.

“Nos vamos a Phoenix. Tan pronto como llegamos allá, me hizo salir del auto y me dijo: ´¡A trabajar!´”, según recordó.

Un hombre la levantó, le puso un cuchillo en su garganta, y trató de violarla. Algo más poderoso que ella surgió desde adentro, y comenzó a luchar por su vida por medio de sus palabras. El hombre la dejó ir. La llevó al lugar en el que la había levantado.

Eventualmente ella convenció a su esposo que le permitiera a ella y a su  hijo regresar a Seattle para alejarse de la temperatura de Arizona.

“Regresé a casa de mi madre, y nunca regresé a vivir con él”. Dijo: ¿Pero mejoró mi vida? No, al contrario, salí de una mala relación para caer en otra”.

Más Trauma

Cuando tenía 25 años, sus hermanas la convencieron de salir con un hombre del que dijeron que era buen muchacho, y con dinero. “fue el hombre más horrible en la historia de mi vida”. Aquel veterano de Vietnam trató de arrojarla de un vehículo en movimiento, y lanzarla de un cuarto de un piso alto en un hotel.

Se mudó a un refugio contra la violencia doméstica, pero eventualmente “regresé a aquella violenta relación, porque no tenía ninguna otra parte a dónde ir”. Trató de cometer suicidio tomando algunas píldoras, pero una voz – que ella ahora cree que era del Espíritu Santo – inmediatamente le dijo que tomara café. Ella luego le dijo a su abusador lo que había hecho, y él la llevó al hospital en la misma calle, donde los miembros del personal no creían que ella hubiera tomado píldoras. Él continuó con su conducta abusiva.

Probó otro refugio y luego ella – con los tres niños que ahora tenía – se mudó a Oklahoma con una mujer que había conocido en el refugio, pero su abusador la siguió el rastro y la forzó a ella junto con sus hijos a regresar a Seattle. En el camino de regreso, sin embargo, decidió abandonarla a su suerte en el desierto. Después de dejarla, ella clamó a Dios. Ella no conocía a Dios, pero ella clamó, y el hombre regresó y la recogió.

En Seattle, ella y sus hijos se le fugaron al hombre. Un abogado le ayudó a obtener una orden de restricción para protegerla del hombre, quien nunca más volvió a molestarla.

Encontrando a Jesús y a George

Amigos y miembros de su familia que la rodeaban comenzaron a hacerse cristianos.  Una mañana, mientras caminaba, vio cómo el sol brillaba en el cielo y se reflejaba en el edificio de una iglesia que estaba en la misma calle más allá de otra iglesia.

“En serio, era de lo que Pablo habló”, dijo: “dentro de mí, yo sabía que tenía que ir a la iglesia. Corrí a casa y me cambié de ropa, y dije a mis niños: “Al rato regreso”.

Entró en la iglesia en la que se había reflejado el sol, y se dio cuenta: “Todo este tiempo he estado clamando a Dios, era a Jesús a quien yo necesitaba, y no tenía idea de que, para poder llegar a Dios, necesitaba a Jesús. Ese día, recibí a Jesús como mi Señor y Salvador, y mi vida fue cambiada desde ese día ya no volví a ser la misma”.

Unas semanas después de asistir a los servicios de aquella pequeña iglesia, le pidieron ayudar con el ministerio de niños.

 “Fue una de las cosas más grandes que me han sucedido. Dios comenzó a enseñarme cómo enseñar a los niños. Así fue como aprendí a estudiar la Palabra de Dios”, dijo: “Yo hacía fiesta de la Palabra y le llevaba conmigo al ministerio de los niños”.

Por medio de un sueño, ella más tarde sintió que Dios la guiaba a otra iglesia, pero no había conocido el nombre de la nueva iglesia, excepto en su sueño.

 “Tomé el directorio de teléfonos, y comencé a buscar”, dijo Houston, quien encontró la iglesia comenzó a asistir. “Esa iglesia a la que Él me envió era una iglesia tan amorosa. Allí fue en donde encontré el amor”.

Ella también aprovechó las oportunidades de enseñanza en la nueva iglesia. Además, sintió un llamado de Dios a que limpiara el edificio del templo que también servía de base para una escuela cristiana a la que sus hijos comenzaron a asistir y ella encontró un empleo.

“Un día, se iba a celebrar una boda, y Dios le dijo: ´Límpiala´, y yo la limpié para esta boda´”, dijo: “Cuando yo estaba limpiando aquella iglesia y escuela, no sabía que estaba sembrando una semilla para mi futuro”.

En otro día, vio a una joven mujer en una calle cerca a su casa en Seattle. Yo dije: ´Si alguna vez necesitas a alguien, yo vivo aquí mismo´”, dijo: “En menos de una semana, ella llamó a mi puerta, probablemente como a la 1 o 2 de la madrugada. Abrí la puerta, y el Señor dijo: ´Dae de comer y un lugar para dormir´. Ella durmió hasta muy tarde, y el Señor dijo: ´Dale de comer y háblale acerca de Mí´. Saqué mi flanelógrafo y le compartí cómo Jesús la amaba y había muerto por ella. La guié a la salvación, luego se bañó y se fue”.

Eventualmente ella sintió que Dios la guiaba a una tercera iglesia en la que conoció a George Houston, quien ahora es su esposo. Su iglesia anterior finalmente cerró, y su iglesia actual compró y se mudó al edificio de su iglesia anterior. George y Sheila pidieron permiso para celebrar su boda y recepción allí. Ella dijo que ellos eran el “primer matrimonio de la iglesia que Dios mandó limpiar hace unos dos años, así que Dios es fiel”.

Después de su madre se fue a la presencia del Señor, ella decidió regresar a la escuela y lograr su diploma GED debido a que nunca había terminado la escuela preparatoria. Ella no se proponía estudiar educación superior, pero luego escuchó el testimonio en la iglesia de uno de los primos de George que era presidente del cuerpo estudiantil en un colegio comunitario local. Después de que el primo se sentó, el pastor preguntó: “¿Quién le tiene miedo a la educación? Sheila se puso de pie. El pastor hizo una oración para derribar su barrera, y ella escuchó a Dios decirle que fuera a la universidad.

Ella asistió al colegio comunitario y consiguió un título de asociada. Luego siguió en la Universidad Pacífico de Seattle y consiguió su título de bachiller en conducta organizacional con un certificado en comunicación. Luego ella se registró en la Universidad de Seattle donde consiguió una maestría en liderazgo ejecutivo no lucrativo, un certificado de liderazgo pastoral y después un certificado pos maestría en espiritualidad transformadora y un doctorado en el ministerio.

Houston fue invitada a trabajar como directora del programa Nocturno de Alcance en Ministerios Nuevos Horizontes que se especializa en víctimas de tráfico sexual y jóvenes que experimentan falta de un hogar. En un retiro de mujeres antes de llegar a Nuevos Horizontes, ella tuvo un sueño de arrebatar a las mujeres del tráfico y ayudarlas a regresar a casa.

 “Y ahora antes de mi segunda entrevista con Nuevos Horizontes. Tuve otro sueño, podía verme ayudando a jóvenes mujeres salir de las calles y del tráfico”, dijo.

Ella aceptó el empleo con Nuevos Horizontes para ayudar a las mujeres a escapar de la explotación sexual y el tráfico humano. Ella y sus equipos permanecerían en la esquinas de las calles todos los viernes y sábados en la noche para alcanzar a las mujeres.

Dios no solo puso una carga en su corazón por las mujeres. También pensó en los hombres que encontraba en las mismas calles.

“Pensarías que Dios no se interesa en estos hombres jóvenes y rotos? ¿Por qué están en las calles haciendo esas cosas?” preguntó: “El Señor puso en mi corazón iniciar un ministerio trabajando con varones jóvenes convertidos en proxenetas”.

Como madre de tres niños, dijo, ella sabía que los hombres “no necesitaban a otra mujer dándoles órdenes. Ellos necesitaban que fueran hombres los que hicieran eso. El Pastor Metodista Libre Deryl Davis-Bell se convirtió en el líder de un grupo de voluntarios varones alcanzando a hombres que practicaban el tráfico humano en las calles.

Geeorge y Sheila comenzaron una iglesia en Renton, Washington, y se afiliaron con la Iglesia Metodista Libre.

 “No queríamos ser una iglesia sólo por nosotros mismos. Queríamos ser una iglesia que rindiera cuentas”, dijo: “Queríamos ser una iglesia donde pudiéramos ir y ser fortalecidos mientras hacemos la tarea. Por eso nos convertimos en una parte de los Metodistas Libres”.

Ella tomó el cargo de pastora interina de la Iglesia Metodista Libre de Detroit en noviembre de 2018, a raíz del fallecimiento de William Mulwee, quien había sido el Pastor por muchos años, y oficialmente tomó el cargo de pastora principal en 2019.

“Una de las cosas que hemos aprendido con el paso de los años es que Dios tiene un plan y propósito para cada persona. No importa tu status en la vida, tu nivel de ingresos o qué tan educado eres. Todo lo que importa es tu deseo de aceptar Su llamado”, dijo: “Una de las cosas más grande que hemos tratado de imbuir en los miembros de la iglesia en Detroit es que Dios los necesita y que son importantes al cuerpo de Cristo. Sus dones y talentos son necesarios para llevar liberación, sanidad y amor a la comunidad de Detroit y a nuestro mundo”.

Un Honor de la Ciudad

Aunque ahora ella es residente de Michigan, regresó al estado de Washington en enero para recibir una Presea de Zapadores Anti Tráfico, de la Alcaldesa de Seattle, Jenny Durkan. Durkan le hizo un reconocimiento a Houston como parte del Día de Concientización del Tráfico Humano, y el gobierno de la ciudad le dio el crédito por estar “directamente asociada con más de 2,500 víctimas” y hacer “una diferencia en el mundo del tráfico sexual y los grupos de apoyo a víctimas para trabajar con sobrevivientes de tráfico”.

Cuando ella recibió la invitación en la que le pedían recibir el premio, ella decidió aceptar el galardón en Seattle City Hall (Oficinas de la Ciudad de Seattle) como un testimonio de una cristiana que practicaba su fe y también la única receptora afro americana. Visita fmchr.ch/shouston para saber más detalles sobre la presea.

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Rev. Dr. Sheila Houston (center) and family members have their photo taken with Seattle Mayor Jenny Durkan (third from right) after Durkan presented Houston with the Anti-Trafficking Trailblazer Award. | Photo courtesy of Superintendent Michael Forney

La Rev. Dra. Sheila Houston (centro) y los miembros de la familia se toman una foto con la alcaldesa de Seattle, Jenny Durkan (tercera desde la derecha) después de que Durkan le entregó a Houston el premio Anti-Trafficking Trailblazer Award. | Foto cortesía del superintendente Michael Forney

Jeff Finley

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Light+Life Editor Ejecutivo

Jeff Finley es el editor ejecutivo de Luz y vida. Se unió al equipo de Luz y vida en el 2011 después de doce años de trabajo en reportajes y edición para Sun-Times Media. Es miembro de la Iglesia metodista libre John Wesley, en la que su esposa, Jen, funge como la pastora principal.