Un título elevado y un Mesías ungido

Por Helen Kelly

“Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos” (Daniel 9:25).

“La mujer dijo: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.  Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4:25-26).

¿Qué pasaría si te dijera que tengo un título de “Señora” basado en poseer una pequeña parcela de tierra al otro lado del charco?

¡Es cierto! Mi esposo compró una parcela de tierra muy pequeña en Dunfermline, Escocia, como regalo de cumpleaños este año, con una proclamación impresa de estatus social “elevado”.

Un título te dice algo sobre la persona que lleva su nombre. Mis hijos me llaman “mamá”. Los hijos de mi hermana me llaman “tía Ellie”. Mi mamá solía llamarme “Helen Jean” cuando realmente quería llamar mi atención. Cada uno de estos nombres te dice algo sobre mí.

Cada nombre que llevamos cuenta una historia sobre quiénes somos y de quién somos. El título de “Mesías” lleva siglos de anhelo, profecía y promesa dentro de sus letras. Habla de relación y propósito. ¡Él es el que debe salvar! ¡¿Amén?!

Cuando Jesús confirmó su identidad como Mesías a la mujer samaritana, no solo estaba reclamando un título. Estaba revelando el cumplimiento de las esperanzas más profundas de la humanidad: Aquel ungido para sanar, para salvar, para restaurar lo que estaba roto.

Preguntas para la reflexión

¿Qué significa para ti que Jesús es el Mesías prometido?

¿Cómo ha cumplido Él promesas en tu vida?

+

​