Michael Simmons

Michael Simmons

Michael Simmons es presbítero Metodista Libre en la Conferencia de Oregon, quien sirve como director spiritual, moderador de retiros, orador y escritor que ayuda a las personas a explorer su “paisaje interior” a fin de cultivar la sanidad y la integridad en sus nuevas relaciones con el yo, con otros y con Dios. Si te interesa conectarte con él, lo puedes localizar en Michael@innerworkcommunity.com o por  medio del sitio innerworkcommunity.com.

por Michael Simmons

“Cisma en el alma, cisma en el cuerpo social, no se resolverán por ningún esquema de retorno a los buenos días pasados”, el historiador Arnold Toynbee escribió en el sexto volumen de su serie “Un Estudio de Historia”. Sólo el nacimiento puede conquistar a la muerte – no del nacimiento otra vez, de las cosas pasadas, sino de algo nuevo”.

Nuestra tendencia con el Adviento es el de mirar al pasado en busca de un camino hacia el futuro, pero el Adviento es primero una muerte de nuestros viejos caminos, Estamos, expectantes por Cristo, por Emanuel, para que Dios esté con nosotros (Mateo 1:23). Traemos nuestros anhelos, nuestras heridas y nuestros traumas, y sea que lo sepamos o no, llevamos nuestras expectativas por Aquel que nos ha de salvar.

Nos gusta la metáfora e imagen del héroe. De Rocky Balboa a Luke Skywalker, de Cenicienta a Moana, de Odiseo a Frodo, somos atraídos hacia los que llevan a sus hombros grandes cargas, vencen obstáculos insuperables, o van desde principios humildes a lugares de honor. ¿No es eso lo que pensamos de Jesús? El profeta Isaías describió al Mesías que había de venir como Admirable, Consejero, Príncipe de Paz, Un Padre Todopoderoso, y alguien sobre cuyos hombros descansará el gobierno (Isaías 9:6-7).

Es seguro decir que los judíos del primer siglo esperaban un rey, un guerrero justo y un héroe de ese tipo. Pero “sólo el nacimiento puede conquistar la muerte – el nacimiento, no de las cosas viejas otra vez, sino de algo nuevo”.

La Metáfora y el Verbo

En el Adviento, esperamos un Salvador cuyo nombre “está sobre todo nombre (Filipenses 2:9), pero sólo podemos hablar de manera metafórica de un Dios cuya “grandeza es insondable” (Salmo 145:3). Las metáforas que nosotros usamos impactan la manera en que nos relacionamos con Dios. ¿Cómo llamas a Dios… un Consejero, Rey, Madre, Padre o Salvador?

¿Es acaso una metáfora el nombre de “Dios”? La pronunciación original de la palabra hebrea YHWH se perdió después de que los judíos consideraron esta palabra para Dios como demasiado santa para pronunciarse en voz alta. En las palabras del sacerdote católico y autor Richard Rohr: “Algunos dirán que el nombre de Dios literalmente no se puede ‘mencionar’, sólo se puede ‘exhalar’.

El profesor de Literatura, Joseph Campbell escribió que “la metáfora de un período históricamente condicionado . . . no les puede hablar a personas que viven mucho después de aquel momento histórico” con generaciones diferentes “formadas por diferentes experiencias reunidas”.

 “Y aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14 RVR1960), y el Verbo (Palabra) se tiene que re encarnar en nuestro tiempo, nuestro momento histórico, y encarnarse en nuestras metáforas.

Jesús Nuestro Iniciador

Jesús nos dijo muchas cosas. Cosas como: “Quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). O “Yo soy el camino la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

Estos versículos nos ofrecen imágenes y el lenguaje de la iniciación. Yo defino la iniciación como un proceso dado, o evento de la vida por el cual una persona se transforma o comienza un peregrinar de transformación. Toda la vida de Jesús es una vida de iniciación, y esta es la vida a la que Él nos está invitando: “Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme” (Mateo 16:24). 

Campbell también escribió que la iniciación “se distingue por los ejercicios formales y usualmente muy severos de separación, de aquí le mente se separa radicalmente de las actitudes, añadidos y patrones de vida del escenario que queda atrás”. Pablo lo explica de esta manera: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado. Ha llegado ya lo nuevo! (2 Corintios 5:17).

En verdad, Jesús es tanto nuestro Salvador como nuestro Iniciador, pero por cuanto la salvación nos separa de algo, la iniciación nos acerca a algo. Requerimos las dos, pero somos profundamente transformados a la imagen de Cristo por experiencias de pérdida, separación y desorientación. Ser humanos significa ser sumergidos en la iniciación, y es difícil saber cómo nos acercamos a un Salvador si ser “salvos” es lo último que sentimos. Necesitamos un Iniciador que conoce el camino, el que es El Camino, un Buen Pastor (Juan 10:11) que camina con nosotros en las sombras (Salmos 23:4).

Nuestra iniciación en el Adviento nos separa de los viejos buenos tiempos del pasado y los días de gloria del futuro, y Cristo nuestro Iniciador sigue estando listo para guiarnos hacia la nueva vida, “no la de las cosas viejas otra vez, sino de algo nuevo”. 

Reflexión

¿Qué metáfora de Dios te parece vacía y sin vida? ¿Hay alguna metáfora que esté emergiendo?

¿Dónde te está iniciando la vida? ¿Qué te ofrece la metáfora de Jesús como Iniciador?+

Michael Simmons

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Michael Simmons es presbítero Metodista Libre en la Conferencia de Oregon, quien sirve como director spiritual, moderador de retiros, orador y escritor que ayuda a las personas a explorer su “paisaje interior” a fin de cultivar la sanidad y la integridad en sus nuevas relaciones con el yo, con otros y con Dios. Si te interesa conectarte con él, lo puedes localizar en Michael@innerworkcommunity.com o por  medio del sitio innerworkcommunity.com.