Jeff Finley

Jeff Finley

Editor Ejecutivo de Luz y Vida

Jeff Finley es editor ejecutivo de Luz y Vida. Es miembro de la Iglesia Metodista Libre John Wesley, donde su esposa, Jen, es la pastora principal.

por Jeff Finley

“Nací dos veces, fui comprada dos veces, vendida dos veces, y liberada dos veces. Nací del seno materno, nací de Dios, fui vendida en esclavitud al diablo, fui liberada por Lincoln, fui liberada por Dios”. Con estas palabras, Emma Ray comenzó el primer capítulo de su autobiografía “Vendida Dos Veces, Redimida Dos Veces” que fue publicada por la Casa de Publicaciones Metodista Libre en 1926, 

“Nací en el estado de Missouri el 7 de enero de 1859, en un pueblecito llamado Springfield. Nací de padres esclavos. Mi bisabuelo fue traído de África y vendido como esclavo en el Estado de Virginia”, continuó: “Cuando tenía un mes de nacida, yo, mi hermana, quien tenía un año y medio, y mi madre, quien me cargaba en sus brazos, y yo, fuimos vendidas al mejor postor en una subasta”. 

En 1881, conoció al que habría de ser su esposo, L. P., con quien se entrevistó para un capítulo dedicado a compartir sobre sus primeros años de vida. L. P. dijo que había nacido en Texas, “de una madre esclava, me dijeron que mi padre era blanco. Yo no sé nada de consejos de un padre, y si yo valgo algo, es porque soy lo que soy por la gracia de Dios y las oraciones de mi madre”, L. P. y Emma se casaron en Fredonia, Kansas, 1887. La alegría marital inicial duró muy poco. 

“Fuimos muy felices por un poco de tiempo, pero mi esposo comenzó a beber, no mucho al principio”, escribió Emma: “Yo no le di demasiada importancia, hasta que comenzó a suceder con más frecuencia – luego comenzaron nuestros problemas. Cuando desperté me di cuenta que se había convertido en un borracho”.

La pareja decidió mudarse a la Costa Noroeste. Como se detalla en la revista Response, de la Universidad Pacífico de Seattle después de un devastador incendio que arrasó con el centro del pueblo en 1889. Decidieron que allí, L. P., que era albañil, podría comenzar a rehabilitarse en su lucha contra el alcoholismo. Poco después de llegar a la ciudad, Emma y L P. se hicieron cristianos”. 

‘Santifícame Por Favor’

La pareja asistió primero a la Iglesia Metodista Episcopal Africana. Emma escribió que “la iglesia había cambiado a nuestro pastor anterior, porque algunos objetaron su predicación de santidad”. Pero ella de todas maneras buscaba la santidad. Mientras estaba de rodillas en una ocasión con algunos amigos, orando en su iglesia “santifícame por favor”, “el Espíritu me susurró suavemente: ‘¿Por qué tienes que orar tanto? ¿No puedes creer?’ Al ´día siguiente, mientras leía un libro cristiano, “de repente pareció que un rayo de luz había golpeado la esquina de la casa, y me golpeó a mí en la mollera, corrió por todo mi cuerpo de la cabeza a los pies como un fuego líquido, y sentí un hormigueo en todo mi cuerpo”. Traté de levantarme y me sentía tan débil que caí sobre el sofá, y dije. ‘¿Qué, Señor?’ y sentí un destello de gloria por todo mi ser y una voz dentro de mí, dijo: “Santo’. Yo traté de levantarme, pero no tuve la fuerza y clamé: ‘¡Oh, gloria! El Espíritu Santo ha venido a mi corazón’. Mientras mi fuerza comenzaba a aumentar, sentí una pasión, un amor por las almas como nunca antes había sentido, Vi un mundo perdido. Mi corazón sintió un estallido de fuego. Un fuego de amor santo y duradero por Dios y por las almas, y en esa hora sentí decir con Isaías: “Heme aquí, envíame a mí”.

Emma organizó una sección de la Unión de Temperancia de Mujeres Cristianas y sirvió como su presidenta. Se dedicó a ayudar a personas a salir de la pobreza, el crimen y la adicción, lo que la llevó a tener la reputación de “la santa de los barrios de Seattle”. Después de que su iglesia AME recibió un nuevo pastor que “no creía en la experiencia de la entera santificación”, y a ella y a otros “nuestro pastor nos prohibió testificar de ella”, otro grupo de Metodistas captó su atención, Emma escribió: “Durante nuestra primera experiencia en el trabajo de las prisiones, un grupo de obreros cristianos llegó de la Iglesia Metodista Libre en la comunidad de Ross, cerca de Freemont, en esta ciudad. Estas reuniones eran dirigidas por una Hermana Griggs, quien murió poco después. Ella era auxiliada por algunas jóvenes del Seminario, una escuela Metodista Libre cercana, a cargo del Rev. A. Beers y su esposa. Esta escuela en aquel tiempo era llamada El Seminario de Seattle, pero ahora se conoce como Colegio Pacífico de Seattle”. 

Emma escribió sobre la ocasión en que ella y L. P., visitaron por primera vez la Iglesia Metodista Libre y escucharon al Pastor McReynolds: “Estábamos muy impresionados por el sermón que predicó en esa ocasión, y salimos sintiendo que habíamos estado en una fiesta de la Palabra de Dios. Fuimos con nuestros amigos y les contamos sobre el sermón, y los invitamos a ir con nosotros a las reuniones. Considerábamos que él era uno de los mejores exponentes de las Escrituras que jamás habíamos escuchado”. 

Los sentimientos eran mutuos. En la introducción del libro de Emma, McReynolds escribió: “El hermano y la Hermana Ray son tenidos en alta estima por la Conferencia de Washington y por todos los que los conocen. … Ellos no hablan de modas ni de fantasías en sus esfuerzos por el avivamiento, sino que predican el evangelio ‘con el Espíritu Santo enviado del cielo’”. 

En un artículo en la página web sobre el Pasado Negro de la historia (Black Past), la antes profesora de Seattle Pacific, Priscilla Pope-Levison escribió que Emma y L. P., eventualmente llegaron a ser evangelistas conferenciales Metodistas Libres que predicaron a través del estado de Washington, y también pasaron tres años administrando una misión en Kansas City, Missouri, para niños que vivían en pobreza, dándoles ropa, alimentos, un lugar tibio para reunirse en el invierno, viajes al parque en el verano, y semanalmente a la Escuela Dominical”. 

Después de saber sobre Emma, Pam Cowart – esposa del Obispo Keith Cowart, de la Iglesia Metodista Libre – dijo que decidió “investigar sus memorias completas y la fascinante historia de su vida. Los muchos testimonios tratan sobre su ministerio; la historia de su salvación y luego su subsecuente entrega a la obra del reino de Dios en algunos lugares realmente difíciles. Los primeros capítulos de sus memorias revelan la salida del suelo en el que nació. Ella surgió del suelo de la esclavitud, que, para mí, constituye el fruto de su mucho más dulce ministerio subsecuente. Ella habla de la manera más normal de su testimonio sobre el ambiente en el que nació. Los malos olores de la esclavitud están en su nariz todos los días. Ella nació en ese ambiente. Las batallas de la Guerra Civil ocurrieron tan cerca de su casa, de tal modo que podía escuchar el ruido de la artillería. Ella cantaba ‘Dixie’ para entretener a las tropas confederadas. Su familia quedó entre los ejércitos Confederado, y de la Unión. Con todo, esto parece ser una nota al calce de su vida como ella la cuenta.

Pam añadió: “Su historia contiene más de lo que el Señor ha hecho que del trauma de sus inicios. Ella no fue atraída a la IML por sus contactos abolicionistas. Ella fue atraída a la santidad y a la obra del reino por ‘amor de estos mis hermanos pequeñitos’. Por su vida redimida, ella ha hecho que el nivel de trabajo de Harriet Tubman, vaya a las tinieblas una y otra, y otra vez para redimir a los que están atrapados en los estragos del pecado”. 

‘Cantando Con el Espíritu’  

“Dos Veces Vendida, Dos veces Redimida” contiene una sección de tributos que incluye el testimonio del Pastor Metodista Libre Charles Witteman, quien dijo que la primera vez que vio a Ema y a L. P. veinte años atrás “en las misiones y reuniones callejeras en Seattle, Washington. Ellos cantaban y predicaban la religión antigua a las multitudes que eran atraídas por la melodía y cadencia del canto sagrado. Cantando con el Espíritu, y también con el entendimiento, ha sido parte prominente de su ministerio del Evangelio de Cristo. Muchas de las canciones son peculiarmente suyos. Ellos también poseen una gran libertad y poder en el testimonio, hablando sobre su rescate de la esclavitud del pecado. Cuántas veces he visto a los hombres en la calle escuchar con lágrimas rodando por sus polvosas mejillas, mientras Emma Ray les hablaba sobre un poderoso Señor que los espera con los brazos extendidos para levantarlos y salvarlos. Ella es poderosa en las Escrituras, también, mientras predica. Recuerdo una ocasión cuando estaba predicando (algunos predicadores estaban presentes en la congregación), y exhortándolos a la necesidad de vivir la religión, así como la profesaban, repentinamente dijo con un gran énfasis: ‘¡Salgan a la luz! ¡Salgan a la calle! ¡Practiquen lo que predican!’” 

Aquel tributo tuvo un impacto en Pam, quien reflexiona: “Puedo verla. Puedo escuchar su voz con una gran autoridad predicado en las calles en contra de los poderes del infierno que han esclavizado a las personas y les han arrebatado sus vidas. También puedo verla y escuchar su voz con autoridad detrás del púlpito predicando a sus hermanos cristianos y colegas pastores a que despierten y lleven a cabo la obra del reino de Dios”.

La predicación de Emma sobre la santidad la llevó a lugares a los que pocos afroamericano podían viajar. En su autobiografía, ella recordó la nieta de un pastor Metodista Libre que se le acercó en un campamento porque la niña nunca había visto a una persona de color: “Me vio directo a los ojos y yo le conté la historia de Jesús. Luego le conté sobre la creación y cómo Dios lo hizo todo según su especie, y cómo él ama la variedad. Le hablé de las diferentes clases de animales, de aves, y flores, y que Él también hizo a personas de diferentes colores – algunas son blancas, otras negras, algunas son rojas, y algunas más, amarillas, y que Él las ama a todas, y que Él decidió hacerme a mí de color negro y a ella de color blanco. Ella pareció haber quedado totalmente satisfecha con la explicación. Yo quisiera que todos fueran tan sencillos como los niños. Me dio gusto explicarle lo que yo creía que era la razón de mi color, y si Él tiene otro propósito, con gusto yo diría: ‘Bueno, es la voluntad del Señor’, Estoy totalmente satisfecha con mi color, y casi me moriría de miedo si mi piel se volviera blanca”. 

Para la última mitad del siglo pasado, Emma casi llegó a ser una figura olvidada en la historia Metodista Libre, pero Pam pertenece a un número creciente de Metodistas Libres modernos que están descubriendo la historia de Emma, y la están compartiendo con otros. Pam lo explica: “Lo que me hace llorar es la realidad del linaje y el legado de Emma Ray, Una mujer que nació en la esclavitud, pero que fue poderosamente nacida de nuevo a la familia de Dios. Sueño con seguir su linaje espiritual – su legado – a través de las décadas y ver lo lejos a lo largo y a lo ancho que se ha esparcido su influencia. Ella rompió con las maldiciones. Su bendición alcanzará a mil generaciones”. 

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Editor Ejecutivo de Luz y Vida

Jeff Finley es editor ejecutivo de Luz y Vida. Es miembro de la Iglesia Metodista Libre John Wesley, donde su esposa, Jen, es la pastora principal.