Brett Heintzman

Brett Heintzman

Director de Comunicaciones de Luz y Vida

Brett Heintzman es el editor de LUZ Y VIDA a través de su rol como director de comunicaciones de la Iglesia Metodista Libre – USA, a la que sirve también como subdirector del Ministerio Nacional de Oración. Visita freemethodistbooks.com para ordenar sus libros “Llegando a ser una Persona de Oración”, “Pueblo Santo” (Volumen 1 de la serie “Vital”), “Jericó: Tu peregrinar hacia la Liberación y Libertad” y “La Encrucijada: Preguntando por las Sendas Antiguas”.

por Brett Heintzman

Es diciembre, y ya nos encontramos en medio de la temporada de Adviento encendiendo velas y participando en figuras de pesebres, ángeles, pastores y una brillante estrella. ¿Por qué hablamos de la cruz en la época de Adviento? Dicho de manera sencilla: La cruz estuvo presente en el nacimiento de Jesús.  

Me parece muy interesante que las cartas de Pablo en la Biblia no se enfoquen principalmente en el Adviento, y ni siquiera en el nacimiento de Cristo. Recordemos, las circunstancias que rodearon el nacimiento de Jesús se nos dan como prueba innegable evidencia de que la profecía se había cumplido y el Mesías había llegado. Pero para Jesús, la cruz precedió a Su nacimiento, y, por tanto, sirve como marco en cada detalle de la historia de Belén. La real y verdadera esencia de la historia de la Navidad es Jesucristo: “el Cordero que fue sacrificado desde la fundación del mundo” (Apocalipsis 13:8c).  Cuando vemos a Jesús como sacrificado cuando la tierra fue creada, vemos el nacimiento como algo necesario, pero sólo como un camino hacia la cruz, que está incrustada en Su vida.  

La cruz es la “estrella” de la Navidad. Esta verdad sostiene una realidad para los que seguimos a Jesús – una realidad para nuestra manera en que vivimos, no en la manera en que celebramos. Mientras que algunas personas llenan las redes sociales con memes sobre mantener a Cristo en la Navidad, yo quisiera sugerir que mantengamos la cruz en la Navidad.  

Al estudiar la primera carta de Pablo a los Corintios – una iglesia corría frenéticamente en la disfunción y la ambición egoísta – las instrucciones que han recibido y la corrección que reciben se enmarca totalmente en la cruz. Ha sido traído a la atención de Pablo que las personas están escogiendo a su pastor estrella, su pastor favorito, y diciendo que ellos siguen a esa persona. 

La primera mención de Pablo de lo que se convierte en una poderosa narrativa sobre la cruz se encuentra en el capítulo uno, versículo 13, cuando retóricamente él pregunta: “¿Fue crucificado Pablo por ustedes?” ¿Por qué no pregunto: «¿Nació Pablo para ti» o «Resucitó Pablo por ti?» Existe algo acerca de la cruz sobre lo que necesitamos aprender y poner atención, porque es poderoso y nos vivifica al celebrar el Adviento en medio de una pandemia. 

El coronavirus ha causado que muchos de nosotros nos reflejemos en la iglesia de los corintios. Seguimos a ciertos expertos en COVID a quienes preferimos, queremos las cosas a nuestra manera, y actuamos con arrogancia y egocentrismo. La iglesia de los corintios quería las cosas a su manera. Eran testarudos y tercos, arrogantes y egoístas. 

Ellos no tenían ninguna pista, y Pablo les dio las pistas que necesitaban. El consejo de Pablo no era que se enfocaran en el nacimiento de Jesús, ni siquiera en la resurrección. Era en la cruz. Por lo tanto, nuestro consejo para esta Navidad no debe ser que sigamos la historia del nacimiento, sino la historia de la muerte de Jesús. ¿Por qué? Podríamos usar una buena dosis de morir-al-yo en esta Navidad. 

“Me explico, el mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios” (1 Corintios 1:18). Pablo presenta esto para la iglesia corintia que se ha desviado. Ellos pensaban que su “poder” estaba en escoger el pastor superestrella correcto para seguirlo, recibir y utilizar el mejor don del Espíritu Santo, tener la voz más fuerte en su adoración. No. Ninguno de estos son su “poder”. Pablo les recuerda a ellos y a nosotros, que nuestro poder — el mismo poder de Dios — se encuentra en el mensaje de la cruz. Este es un mensaje vivo, no solamente palabras. Este es un mensaje vivo que se enmarca y alimenta nuestra condición de “ser salvos” no solo para hablarse de ella el Viernes Santo. Pero Pablo no se detiene allí. Continúa explicando cómo su propia vida ejemplifica el mensaje de la cruz. 

 “Yo mismo, hermanos, cuando fui a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con gran elocuencia y sabiduría. Me propuse más bien, estando entre ustedes, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de este crucificado. Es más, me presenté ante ustedes con tanta debilidad que temblaba de miedo. No les hablé ni les prediqué con palabras sabias y elocuentes, sino con demostración del poder del Espíritu, para que la fe de ustedes no dependiera de la sabiduría humana, sino del poder de Dios” (1 Corintios 2.1-5). 

Conectemos los puntos. Pablo viene a la iglesia de los corintios en debilidad, gran temor, y temblando. La conexión directa es esta: El triple play de la debilidad, gran temor, y temblando es una demonstración del poder del Espíritu.

El Espíritu no tenía más poder sobre Jesús que cuando Él oraba y temblaba en el jardín de Getsemani sometiéndose a la voluntad del Padre. Muriendo al yo – que viene a ser la esencia misma de la santidad – es una demostración del poder del Espíritu. Por eso Pablo podía decir: “Me propuse no saber nada … excepto a Jesucristo y a este crucificado”. El “conocimiento” de Pablo era experiencial, no informacional. La misma cruz incrustada en Jesús desde la fundación del mundo estaba incrustada en Pablo. Pablo decidió llevar la cruz que Jesús lo invitó a llevar, ¡y esto lo necesitamos hoy! Decidir llevar la cruz de Cristo es incrustarla en tu vida de tal manera que transforme cada conducta, cada decisión, cada acción, cada palabra, cada emoción, y cada acción que surja de nuestras vidas. 

¿Está la cruz incrustada en ti? ¿Está informando tu vida esta Navidad? ¿Estás tratando de escapar del COVID rehusándote a abrazar las dificultades que nos ha traído a nosotros, o a abrazar a la cruz? Abrazar la cruz es el poder mismo de Dios hacia los que somos salvos. Para ser humildes, débiles, con temor, y temblando es una demostración del poder del Espíritu. De modo que, ¿Cuáles pasos podemos dar para esforzarnos en la cruz en este Adviento?

Tres Maneras de Enfocarnos en la Cruz en Este Adviento

Abraza el mensaje de la cruz

Para Pablo, el abrazo a la cruz llegó en el camino a Damasco. En la cegadora luz de la aparición de Jesús, Pablo es confrontado y llamado. Podemos invitar dicha confrontación y llamado como nosotros queramos. Podemos orar: “Jesús, que tengo en mí que debe ser confrontado y resuelto? ¿Qué emociones, terquedad, egoísmo o angustia me falta clavar en la cruz?”

Las prioridades de nuestras vidas son dictadas por las cosas que abrazamos. Todas las cosas en nuestra vida van tras de nuestros “amores” más profundos. Nuestro dinero, nuestro tiempo y nuestro todo intencional va tras los objetos de nuestros deseos más profundos. Abrazar la cruz es un deseo, no un problema. Es un beneficio, no un flagelo. Es un acto de amor, no una obligación.

Esta Navidad todos queremos abrazar al niño, pero ¿optaremos por abrazar a la cruz que fue determinada desde antes del principio de los tiempos – que fue incrustada en la vida misma del niño Jesús?

Incrusta el mensaje de la cruz

Como las ruedas de un pesado camión que quedan en un camino fangoso, o la huella de una hoja de árbol fosilizada, el intento era incrustar el mensaje de la cruz en nuestras vidas. Una cosa es abrazar el mensaje, pero incrustar el mensaje es otra cosa.

 “Yo quiero a Cristo en mí. Anhelo que mi ser lo refleje. Me someto a Su autoridad. Estoy listo para morir, para que Cristo pueda vivir en y por medio de mí”. Una cosa es ser salvo, pero otra es ser santificado. Los corintios escucharon acerca de la cruz, pero no fueron un mensaje viviente. Pablo les recordó que Él vino como ese mensaje viviente para que ellos lo siguieran.

¿Cuáles mensajes “viven” en nosotros? ¿Qué invitamos a otras personas que reflejen?

En este Adviento, procura que la cruz esté incrustada en tu vida. Santifícate en todo y por todo, sometiéndote al Niño Rey quien vino con la cruz incrustada en Su propio ser.

Involúcrate en el mensaje de la cruz 

Mientras que nosotros tendemos a honrar la confianza individual y la capacidad en nuestra cultura, Jesús honra la debilidad humilde, el temor humilde, y el temblor humilde. Él honra lo que modeló para nosotros en el Jardín de Getsemaní mientras oraba. Nos honra cuando nos salimos del camino de tal manera que Él se pueda manifestar en nuestras vidas.

Jesús enfrentó a la cruz. Sea que fuera lo áspero del heno en el pesebre, o lo áspero de la roca y la madera que utilizó como carpinterio, o lo áspero de la madera de la cruz y el peso de la misma, y todo lo que representaba. La vida de Jesús estuvo marcada por interacciones ásperas y persistentes. Nos encogemos por las inconveniencias mientras que Jesús aceptó tocar lo inmundo y áspero. Para nosotros, nuestra “muerte” es al yo. La cruz tiene que tenernos a todos nosotros para que podamos tenerla a ella. 

El Adviento será transformado en un tipo enteramente diferente de celebración para nosotros mientras de todo derecho colocamos la cruz en el centro.

“Pues la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana. Hermanos, consideren su propio llamamiento: No muchos de ustedes son sabios, según criterios puramente humanos; ni son muchos los poderosos ni muchos los de noble cuna. Pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse. Pero gracias a él ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría –es decir, nuestra justificación, santificación y redención—para que, como está escrito: ‘Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor’” (1 Corintios 1:25-31). 

El pueblo de Adviento es pueblo de la cruz.

Señor Jesús. Tú que fuiste sacrificado desde antes de la fundación del mundo, Recibe hoy nuestras oraciones. Venimos juntos pidiendo morir para nosotros mismos. Confesamos nuestra negativa a caminar en Tus caminos, llevando Tu cruz.

Buscamos Tu misericordia para perdonarnos y purificarnos. Pero aún más, Señor Jesús, venimos y grabamos nuestra imagen de la cruz sobre nuestro propio ser, que podamos ser un mensaje vivo, igual que Tu siervo Pablo. Permítenos ser personas de debilidad, temor y gran temblor, y saberlo es tener Tu poder surgiendo de nuestra debilidad.

En este Adviento transfórmanos por medio de la cruz.

En el poderosísimo nombre de Aquel que fue sacrificado desde antes de la fundación del mundo Jesús Amén.+ 

Brett Heintzman

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Director de Comunicaciones de Luz y Vida

Brett Heintzman es el editor de LUZ Y VIDA a través de su rol como director de comunicaciones de la Iglesia Metodista Libre – USA, a la que sirve también como subdirector del Ministerio Nacional de Oración. Visita freemethodistbooks.com para ordenar sus libros “Llegando a ser una Persona de Oración”, “Pueblo Santo” (Volumen 1 de la serie “Vital”), “Jericó: Tu peregrinar hacia la Liberación y Libertad” y “La Encrucijada: Preguntando por las Sendas Antiguas”.