Miriam Swanson
Miriam Swanson es la líder de la misión estudiantil global para Fusion Movement. Después de haber ayudado a las iglesias a alcanzar a adultos jóvenes durante años en toda Europa, recientemente se mudó de Inglaterra a Jacksonville, Florida, donde vive con su esposo estadounidense, Ben. Si su iglesia se beneficiaría de estar equipada y alentada para realizar misión de estudiante universitario, puede comunicarse con Miriam y el trabajo de Fusion aquí. fusionmovement.org.
por Miriam Swanson
“¿Puedes utilizar otra palabra? La santidad tiene tanto bagaj …»
De repente me sentí un poco incómoda, me encontraba en oposición a una importante líder eclesiástica unas dos décadas mayor que yo, habiéndole dicho que predicaría sobre la santidad aquella noche. Ella no fue la primera en reaccionar con escepticismo y poco interés en escuchar el tema que yo estaba tratando de abordar. Tenía veintitantos años y me apasionaban los estudiantes universitarios y el evangelismo; este no se consideraba mi tema. Parecía que las generaciones que me precedían no habían tratado con amabilidad en el pasado la enseñanza de la santidad. ¿Será que me estaban ahorrando la pena? Es posible que lo que querían era escapar. Como sea, yo estaba motivada a hablar sobre misiones y compartir a Jesús con nuestros amigos, mientras le bajábamos al volumen de este discurso sobre santidad, sólo para estar seguros.
El problema es que ya era demasiado tarde. La santidad se había alojado debajo de mi piel y dentro de mi corazón. En momentos de oración con mi equipo, momentos de sueños cómo debía ser un mover del Espíritu entre nuestros adultos, habíamos tropezado con la convicción de que un mover de santidad sería una parte vital de cualquier avivamiento o despertar pudiera significar. Inseparable del encuentro con la poderosa presencia de Dios sería un llamado radical a convertirse en el tipo de personas con las que la presencia de Dios quisiera hacer un hogar – “templos del Espíritu Santo”, como nos lo dice Pablo (1 Corintios 6:19). Y ahora, a pesar del «bagaje» que la palabra parecía llevar con las generaciones mayores, los miembros de nuestro equipo se estaban preparando para predicar la santidad por primera vez (nunca habíamos escuchado un discurso al respecto) a cualquiera que quisiera escuchar`. Para nosotros había sido inseparable de la acción de compartir las buenas nuevas y practicar la misión de Dios.
Fue uno de mis conferencistas en el seminario, el ministro Metodista y teólogo Calvin Samuel, quien ayudó a poner carne sobre los huesos de esta idea de que la santidad y la misión pasara de mano en mano. Cuando Calvin impartió la enseñanza sobre la santidad, habló de ser la presencia transformadora de Dios en el mundo. Enseñó sobre la santidad como un poder agresivo que cambiaba todo lo que tocaba, no un estado de perfección y fragilidad que requiriera conductas defensivas para tratar y proteger la santidad de convertirse en algo impuro. La vida y actividad de Jesús sobre la tierra de repente se volvió vibrante de nuevo cuando comencé a ver cuán a menudo Jesús hacía cosas consideradas impuras, solo para descubrir que los impuros eran transformados y sin que la santidad fuera contaminada. El enojo de los fariseos también abrió el camino a mayor sentido cuando vimos que la lente de su santidad era una condición qué defender, una posición intachable para permanecer separados, pero vistos, no como un poder que repartir donde fuera necesario. No es extraño que se pusieran furiosos por los banquetes en los que Jesús participaba, sus amistades con mujeres, y las interacciones con los ensangrentados y los moribundos. ¿Será que Él se estaría volviendo cada vez más impuro mientras más se llenaba las manos con el polvo del mundo?
Jesús y Su santidad estaban rápidamente volviéndose irresistibles para mí, e indivisible de la misión encarnacional. Por supuesto, el mover de Dios con poder en el campus parecería un mover radical de santidad en las vidas de los estudiantes, no sólo para un momento aislado de confesión o proclamación. Esto era la transformación integral de la vida que sólo se puede dar cuando interviene la presencia transformadora de Dios Mismo. Ahora las historias de estudiantes que oraban con sus amigos en el centro de los salones nocturnos de baile, y veían a Dios moverse de manera tangible en los corazones nos parecía algo ya esperado. Los estudiantes se convirtieron en portadores de paz y seguridad dentro de sus círculos de amistad, y estas características, de dar palmaditas en la espalda de sus compañeros tomó sentido. Los estudiantes se unían con su equipo de fútbol, o debatiendo con la sociedad, y participando en la vida de la iglesia no parecía un enfrentamiento de culturas, sino un resultado natural de vivir en la misión de Dios, con la santidad viéndose mejor donde era más difícil de encontrar.
Jesús no vivió una doble vida, sino una vida íntegra, donde no había lugar en Él ni alrededor suyo donde el Espíritu de Dios no estuviera en acción. Qué clase de invitación profunda a cada uno de nosotros. Podemos “ser santos, porque Yo, el Señor, soy santo”, como Dios le dijo a Moisés en Levítico 19. La Santidad es posible porque depende de Dios transformarnos y Su santidad obre en, y a través de nosotros, no sobre nosotros para que obtengamos la suficiente para ser considerados santos por Dios.
A pesar de lo libre y emocionante que es la invitación de Dios a la santidad, ahora nos parecía a nosotros como equipo y a nuestros estudiantes, que la realidad de vivir una vida de santidad transformadora no es tan fácil. Aunque la mayoría de nosotros teníamos connotaciones negativas en torno a la santidad, los efectos del movimiento de cultura de pureza (y algunas de las maneras en que la hermosa visión y buenas intenciones se han tornado en esquemas sobre el manejo del pecado y comportamientos producidos por la vergüenza) siguen teniendo un pacto. Necesitamos salir de nuestras tímidas preguntas sobre “¿Cómo puedo hacer lo que yo quiera y aun así ser salvo?” y comenzar a realmente apropiarme de las mejores preguntas: “¿Cuán libre puedo ser en Cristo?” Necesitamos replantear constantemente nuestra comprensión de la misión y el evangelismo lejos de los momentos basados exclusivamente en eventos realizados por un equipo de cristianos capacitados que parecen ser un modelo de perfección y abrazar nuestra presencia como discípulos reales y tambaleantes de Jesús en el mundo. Estamos marcados por la santidad de Dios como testigos poderosos con los que Dios elige trabajar.
Zaqueo fue transformado por la santidad de Jesús, quien se invitó a Sí mismo a ir a comer cuando Zaqueo estaba en lo alto de un árbol, a pesar de estar rodeado por una multitud que no eran los mayores fanáticos de Zaqueo (Lucas 19:1-10). Después de saludar a Jesús, Zaqueo comenzó a cancelar deudas y deshacerse de su riqueza en una aparente respuesta espontánea a ser aceptado por Jesús como santo a Sus ojos. No había un sentido de culpa sobre sus acciones. Nadie le dio una regla qué seguir sobre sus finanzas. Pero la santidad lo estaba haciendo a él santo, pero Zaqueo tenía que responder. ¡Cuánto anhelo que seamos como Zaqueo! y que nuestra respuesta a la santidad de Dios sea que nos santifique también a nosotros, en libertad, con entusiasmo, en transformación radical. ¡Cuánto anhelo que seamos como Jesús y reconozcamos que la santidad de Dios en nosotros puede derramarse y hacer toda la diferencia en el mundo en cualquier escenario! sobre un árbol, en un ambiente hostil, en nuestro lugar de trabajo, a la hora de comer, con un desconocido, con nuestra propia familia.
Hace algunos años que comenzamos a predicar la santidad alrededor del Reino Unido y otros lugares. En este tiempo, he visto darse un maravilloso cambio en la iglesia, al ser el pueblo agitado por el Espíritu Santo para orar juntos, procurar una mejor unidad por el bien del evangelio, y como parte de esto, encontramos un llamado fresco a una vida santa. La santidad no consiste en ser alguien de renombre, pero redimidos en este tiempo, cuando necesitamos desesperadamente que el Espíritu de Dios nos transforme, nos aparte, nos libere, y nos haga completos. No se nos está haciendo más fácil vivir una vida santa en el mundo, pero debemos ser un pueblo de integridad que vive lo que profesa ser verdad, quien ha sido marcado por el Camino, y quien claramente no se conforma a los patrones de este mundo. Este testimonio está brillando más intensamente, como nunca en la oscuridad.
Pablo anima a Timoteo: “Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12). Esta es la misma oración para jóvenes adultos. Oro para que los estudiantes establezcan la temperatura de santidad para el resto de la iglesia, adoptando la presencia transformadora de Dios en sus vidas y permitiendo que este nuevo camino de vida se esparza en el mundo donde se necesita desesperadamente un toque de la santidad de Dios. Que recibamos la santidad de Dios que nos santifica. Que adoptemos la vida radical que recibimos de Dios. Que nuestros amigos, vecinos, nuestros campus, nuestras comunidades y los más oprimidos sean bienvenidos a la mesa porque la presencia del santo los ha hecho santos también.
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Miriam Swanson
Miriam Swanson es la líder de la misión estudiantil global para Fusion Movement. Después de haber ayudado a las iglesias a alcanzar a adultos jóvenes durante años en toda Europa, recientemente se mudó de Inglaterra a Jacksonville, Florida, donde vive con su esposo estadounidense, Ben. Si su iglesia se beneficiaría de estar equipada y alentada para realizar misión de estudiante universitario, puede comunicarse con Miriam y el trabajo de Fusion aquí. fusionmovement.org.