Por Ron Kuest
“Cuanto más tiempo mires a Jesús, más querrás servirle en Su mundo.” –N.T. Wright, “Siguiendo a Jesús: Reflexiones Bíblicas sobre el Discipulado”
“Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6).
En los dos artículos anteriores de esta serie, Reformulando el Discipulado: Yendo Más Allá de los Programas a la Intimidad Relacional y Reformulando el Discipulado: Pasando de la Producción a la Reproducción, exploramos los principios fundamentales del Discipulado Intencional. Enfatizamos la importancia de enmarcar el discipulado en torno al principio unificador de la nueva vida espiritual y la necesidad de mirar más allá de un marco ministerial impulsado por la producción y considerar un marco de reproducción, una reformulación del discipulado.
Así que, ahora que hemos explorado la idea de replantear el discipulado, los próximos artículos abordarán el aspecto práctico de las herramientas y el equipo necesarios para llevar a cabo este proyecto de reformulación.
Sin embargo, antes de adentrarnos en herramientas y equipo, consideremos una última perspectiva conceptual. Imagina el discipulado como un proceso dinámico que integra el crecimiento espiritual con un movimiento intencional. Ahora, en lugar de visualizar el discipulado como el fútbol americano, el baloncesto, el hockey o el fútbol, piensa en él más bien a través de la metáfora del curling (un deporte en el que los jugadores deslizan piedras sobre el hielo mientras sus compañeros barren el camino para dirigir su movimiento con precisión). ¿Curling? Sí.
¿Es el curling una mejor metáfora para el discipulado?
Si realmente creemos que el crecimiento espiritual y el movimiento en la fe consisten en ayudar a las personas a pasar de la historia a la misión, quizás necesitemos una metáfora deportiva más precisa que refleje ese proceso.
Durante años, los líderes y maestros de la iglesia a menudo han comparado (enmarcado) el discipulado con deportes como el fútbol, un juego de estrategia, trabajo en equipo e intensidad orientada a objetivos. Pero ¿qué pasa si esta metáfora, este marco, es defectuoso? ¿Qué pasa si el viaje del discípulo desde la historia (crecimiento espiritual personal) hasta la misión (vivir el llamado de Dios) se trata menos de golpes duros, zonas de anotación y MVP, y más de despejar un camino para el movimiento? Ahí es donde entra en juego el curling. En lugar de la búsqueda agresiva del fútbol americano de una anotación, el curling proporciona una imagen metafórica más precisa de cómo funciona el discipulado.
- El fútbol tiene que ver con el poder, el impacto, la competencia y los jugadores estrella. Y ganando.
- El curling tiene que ver con la precisión, la guía, el trabajo en equipo, la paciencia y la eliminación de obstáculos, una imagen mucho mejor de cómo funciona realmente el discipulado.
- El curling se trata de un progreso lento y constante, no de anotaciones
Los pastores y líderes ministeriales, en lugar de ser mariscales de campo que toman las decisiones, deben ser barrenderos, caminar junto a los discípulos, ayudando a despejar el camino para que puedan avanzar libremente hacia la misión de Dios para sus vidas.
El discipulado no se trata de fuerza, se trata de facilitación.
No se trata de presionar más, se trata de ayudar a eliminar lo que ralentiza a las personas. Y tal vez, solo tal vez, todos deberíamos comenzar a mirar nuestras escobas de curling en lugar de nuestros libros de jugadas.
Crecimiento Espiritual + Movimiento = Movilización Misional
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).
A medida que comenzamos a armar nuestras herramientas y una caja de herramientas, el viaje del discípulo está incompleto sin movimiento. El viaje requiere movimiento. Pero ¿con cuánta frecuencia vemos a las personas participar con entusiasmo en estudios bíblicos o grupos pequeños, solo para detenerse en su crecimiento espiritual? Sabemos que muchas iglesias implementan programas de discipulado bien desarrollados y sólidos. Sin embargo, muchos de estos esfuerzos carecen de un camino claro para la transformación y no logran encender una experiencia de crecimiento espiritual que se alimente a sí misma.
El reto no está en la falta de enseñanza (cantidad y calidad). En cambio, ¿podríamos simplemente haber fracasado en mantener viva y dinámica la conexión entre el aprendizaje transformador, nuestro ser y nuestro hacer misional? Sabemos que la transformación no ocurre en el vacío, sino que requiere información, acción, compromiso y un propósito misional integrado en un proceso continuo. Entonces, ¿cómo mides/observas/evalúas el crecimiento espiritual y el movimiento? ¿Cómo se aplica el principio unificador del discipulado relacional? ¡Esa es la pregunta de discipulado de dos milenios!
El crecimiento espiritual está incompleto sin un movimiento hacia una misión.
Con demasiada frecuencia, en el discipulado, hablamos de encontrar una misión, pero no sabemos cómo llegar a ella. Lo que necesitamos en nuestro proyecto de reencuadre es un conjunto de herramientas y una caja de herramientas para sostener las herramientas.
La Caja de Herramientas del Diamante: Herramientas Prácticas para el Crecimiento Espiritual
Es útil tener una caja de herramientas para almacenar tus herramientas de discipulado. Imagina que tu caja de herramientas tiene la forma de un diamante. La punta del diamante y cada faceta nos equipan para crecer en la fe mientras entramos en la misión. Así es como este modelo ayuda a equilibrar el crecimiento espiritual y el movimiento:
- El fundamento es la Escritura:
El discipulado debe estar arraigado en la Palabra de Dios. Una relación de discipulado debe incluir el estudio constante de las Escrituras con énfasis en aplicarlas a la vida. Haz preguntas como: “¿Cómo influye este pasaje en tu comprensión de Dios?” y “Por lo que ves en las Escrituras, ¿cómo podría Dios estar llamándote a vivir esto?” - Comprender la Gran Historia
La comprensión va más allá del conocimiento; es la capacidad de comprender, interpretar y aplicar el conocimiento de una manera significativa. Ver nuestro viaje personal en el contexto de la historia redentora de Dios nos ayuda a reconocer nuestro papel en Su misión. Pregunte: “¿Qué temas de la historia de tu vida revelan cómo Dios te ha moldeado para Su obra?” - La sabiduría es ver el panorama general
El conocimiento es saber. El contexto es ver contenido en la aplicación de la vida y el vivir. El crecimiento ocurre cuando la fe se vuelve práctica. Reflexionar sobre el papel de las Escrituras en la vida cotidiana construye sabiduría. Pregúntale: “¿Cómo ha utilizado Dios las experiencias pasadas para prepararte para lo que te está llamando ahora?” - La tradición es aprender del pasado
La iglesia cristiana tiene una rica historia de fidelidad y misión. Aprender de mentores y líderes espirituales fundamenta a los discípulos en la verdad bíblica. Anima a tu amigo discipulador a explorar a pensadores cristianos, pasados y presentes, que hayan abordado luchas similares o llamamientos de crecimiento espiritual y misión. - El legado es vivir con el impacto futuro en mente
Los discípulos con mentalidad misionera piensan más allá de sí mismos. El objetivo del discipulado no es solo el crecimiento personal, sino también la reproducción: ayudar a otros a encontrarse con Cristo y vivir su propia misión. Pregunte: “¿Cómo se pueden utilizar su historia y sus dones para edificar el reino de Dios?”.
Entonces, ¿dónde está la fe en la caja de herramientas de diamantes? Tal vez sea el espacio de saber y saber que rodea a lo conocido, que es la caja de herramientas.
Dos Obstáculos: El Síndrome del Cerebro Perezoso y el Problema con el Aprendizaje Pasivo
“No se contenten solo con oír la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra, pero no la pone en práctica, es como el que se mira el rostro en un espejo y después de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo es” (Santiago 1:22-24).
¿Alguna vez te has preguntado por qué, para muchos de nosotros, es difícil recordar para el almuerzo lo que el pastor dijo una hora antes en un mensaje del domingo por la mañana? ¿Es posible que desconectemos el crecimiento espiritual y el movimiento porque malinterpretamos o no somos conscientes de cómo los adultos procesan los datos en el cerebro y luego aprenden?
Una explicación simple es que nuestros cerebros, diseñados para sobrevivir en lugar de períodos prolongados de aprendizaje pasivo, se desconectan cuando se sienten abrumados con información que se siente irrelevante o desconectada de las emociones y la acción. Llamo a este fenómeno el Síndrome del Cerebro Perezoso.
¿Por qué ocurre el síndrome del cerebro perezoso?
- Conservación de energía: El aprendizaje requiere energía. La absorción de nueva información consume glucosa, la principal fuente de energía del cerebro. Cuando la enseñanza es pasiva, como sermones largos o enseñanza, el cerebro comienza a apagarse, conservando energía para los desafíos futuros percibidos.
- Brechas de motivación: El aprendizaje retenido ocurre cuando hay un equilibrio entre el acuerdo cognitivo (“puedo hacer esto”) y el compromiso emocional (“quiero hacer esto”). El aprendizaje pasivo rara vez enciende este motor motivacional. Los únicos pensamientos que producen acción son los emocionalizados.
- Falta de contexto: Los adultos retienen mejor la información cuando se conecta con el conocimiento o las experiencias existentes. La enseñanza en filas o las discusiones abstractas a menudo no logran crear esta conexión, lo que hace que sea menos probable que los alumnos recuerden o apliquen lo que han escuchado.
Cómo aprenden mejor los adultos
Los adultos no aprenden de la misma manera que los niños pequeños. Necesitamos contexto, antecedentes y contenido, datos y detalles. Por ejemplo
- Aprendemos mejor cuando los nuevos conocimientos se conectan con experiencias pasadas o desafíos actuales y cuando la actividad práctica es una conexión directa entre saber y hacer.
- Aprendemos mejor cuando las historias ilustran principios abstractos en escenarios del mundo real con los que nos podemos relacionar y cuando tenemos espacio para procesar y personalizar nuestras experiencias a través de discusiones grupales o diarios.
Si queremos transformar a los aprendices en hacedores e involucrar el aprendizaje motivado, debemos diseñar experiencias de discipulado en todos los aspectos del ministerio. Esto sucede integrando el crecimiento espiritual y el movimiento misionero. Un camino para eso es La Hoja de Ruta del Discípulo.
La Hoja de Ruta del Discípulo: Un Camino Práctico a la Misión
¿Cómo ayudamos a los discípulos a pasar del crecimiento espiritual al impacto misional? La Hoja de Ruta del Discípulo ofrece un marco:
- Conozca su historia: cada discípulo tiene un viaje personal moldeado por Dios. Explorar los antecedentes espirituales, las experiencias y los dones de uno ayuda a aclarar el llamado.
- Sé dueño de tu identidad en Cristo – Entender quiénes somos en Cristo nos empodera para entrar en nuestra misión con confianza.
- Comprenda el significado – Conecte los “puntos de su vida”. Comprender cómo los dones espirituales contribuyen al movimiento misional.
- Descubrir el propósito – identifique formas específicas de servir en función de las fortalezas personales, los dones espirituales y las pasiones.
- Aclara tu llamado – un llamado espiritual no es solo un momento de inspiración, sino un viaje de obediencia y crecimiento de por vida. Si estás sintiendo un llamado, comienza por buscar a Dios, dando pequeños pasos fieles y permitiendo que Él moldee tu camino.
- Movilizar para la misión – Tomar acción, ya sea en alcance local, misiones globales o evangelismo relacional cotidiano.
Cuando el crecimiento espiritual y el movimiento se integran, los discípulos no solo aprenden acerca de Jesús, sino que comienzan a encarnar Su misión.
Mover la “piedra” del centro del campo
Con demasiada frecuencia, en el discipulado, hacemos un gran trabajo para llegar al mediocampo (crecimiento espiritual), pero no logramos que la piedra entre en “la casa”, el anillo de anotación, y con suerte que caiga en el “botón”, el centro del anillo. Usando la metáfora del enroscamiento, fallamos en el proceso de discipulado porque o bien nos distraíamos eliminando los objetos que causan fricción y perdemos impulso, o tratamos de abrirnos paso, ignorando los objetos que nos lo impiden. De cualquier manera, no logramos marcar. Para pasar del discipulado basado en el conocimiento al discipulado orientado a la misión, considere estos pasos prácticos:
- Establezca un objetivo de comportamiento – el discipulado debe resultar en una transformación tangible. Pregúntese: “¿Qué quiero cambiar en mi vida gracias a este viaje de discipulado?”
- Equilibre la enseñanza con la aplicación – para cada pasaje de las Escrituras estudiado, identifique un paso de acción. Fomente las experiencias prácticas en las que los discípulos puedan poner en práctica su fe.
- Crear caminos para el descubrimiento y la claridad de la misión – ayude a los discípulos a discernir su llamado y brinde oportunidades para que participen en la misión, ya sea a través de la mentoría, el servicio o el evangelismo.
- Fomente la reflexión – después de cada sesión de discipulado, pregunte: “¿Cómo te ha hablado Dios?” y “¿Cuál es tu próximo paso?”
Un llamado al discipulado integrado
El crecimiento espiritual es vital, pero sin movimiento, permanece incompleto. Jesús nos llama no solo a aprender, sino a ir, a ser transformados y a transformar el mundo. Cuando integramos el crecimiento personal con la misión, creamos un ciclo reproductivo de discipulado que se extiende más allá de nosotros mismos.
Entonces, ¿cuál es tu próximo paso? ¿Cómo te llama Dios a pasar del aprender a vivir, del saber al hacer, de la historia a la misión?
Hagamos del discipulado un viaje dinámico y transformador, uno en el que no solo encontremos a Jesús, sino que llevemos su misión al mundo.
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Ron Kuest es el director del Instituto para la Formación de Liderazgo Espiritual, coautor de “Gravity: Seven Essential Truths About Influence, Leadership, and Your Soul [Gravedad: Siete Verdades Esenciales sobre la Influencia, el Liderazgo y tu Alma]” y creador de la Evaluación de Rasgos de Líderes Espirituales (SLTA). Es padre de tres hijos, abuelo de cuatro y esposo desde hace 62 años. Su vida ha sido una como ejecutivo, líder empresarial, presbítero de la iglesia, entrenador-mentor de líderes espirituales y un apasionado hacedor de discípulos. Vea sus dos primeros artículos de Luz Y Vida, “Reformulando el Discipulado: Yendo Más Allá de los Programas a la Intimidad Relacional” y “Reenmarcando el Discipulado: Pasando de la Producción a la Reproducción”. Ron también escribió una serie de blogs, ““The Neglect of Discipleship: The Crime of the Millennium [El Descuido del Discipulado: El Crimen del Milenio]”, para el blog del Centro para Negocios Fieles de la Universidad Seattle Pacific, Faith&Co. Se puede contactar a Ron en rdkuest@comcast.net.
Escritura Cristiana y Materiales de Discipulado
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