Adán Davidson
Adán Davidson es el pastor principal de Renovación, una iglesia Metodista Libre con templos en Portage y Kalamazoo, Michigan. Él produce un video devocional de tres minutos (lunes a viernes) titulado RadCast, publicado en YouTube, Facebook y radamdavidson.com. Él recientemente comenzó coachmypreaching.com para ayudar a los pastores que desean seguir desarrollándose como oradores públicos.
por Adán Davidson
Cuando yo era un chico de los que se mojan en la cama, recuerdo un anuncio de una limpiadura que “martirizaba” tu ropa. Según parece, era el anuncio de un lugar en el que limpian ropa, lo atractivo era el llamado Martinizado, todavía existe (martinizing.com). ¡Qué palabra tan chistosa (para mí)! “Martinizar” me parece algo así como la acción de convertirlo en Martin, algo así como: “Mírenme, parezco Martín el Menor—¡me han Martinizado!” O a lo mejor significa esparcir el evangelio a Marte (no la montaña, sino el planeta) donde viven los marcianos. Pienso en todo esto siempre que veo un lugar donde dice “Martinizado en una hora” en el anuncio de algún mercado, usualmente ocupando el espacio cercano a un Subway o a una tienda que vende ropa de segunda mano — proselitismos, martirizamos pelotas usadas de boliche de 30 centimetros.
Creo en cosas extrañas. No lo puedo evitar. Cuando escucho la palabra “proselitizar”, inmediatamente pienso en una limpiadura. Una revisión rápida de dictionary.com dice que un prosélito es “una persona que ha cambiado de opinión, creencia religiosa, secta, o algo similar, a otra; convertirse”. Por tanto, proselitizar a alguien es convertir a una persona. Esto es lenguaje científico designado para describir lo que la iglesia ha sido llamada a hacer—específicamente, convertir personas a ser seguidoras de Jesús.
Tenemos que reconocerlo, proselitizar es una palabra de iglesia, como himnario o vestíbulo, o petición de oración silenciosa. Las personas normales no hablan así. Es bueno tener en mente esto, porque, si fueras a decirle a un compañero de trabajo que es pagano: “Me gustaría proselitizarte”, esa será tu petición de oración silenciosa en el boletín de la próxima semana. Boletín es también una palabra de iglesia.
Proselitizar, convertir, evangelizar … no importa cómo lo llames, Jesús claramente nos dice que vayamos por el mundo y hagamos discípulos. Hemos estado haciendo eso por muy buenos 2,000 años con algún éxito. En los últimos 200 años, para bien o para mal, la iglesia ha tenido un énfasis más fuerte en la conversión inicial (justificación) a expensas de la conversión transicional (santificación), pensando mucho en nuestro concepto de discipulado en relación con el cielo, y no tanto al aquí y ahora del reino. He sido pastor ya por algún tiempo—no tanto para manejar un auto de lujo, pero sí lo suficiente para tener una barba plateada y no tener pelo en la cabeza. No les grito a los chicos para que se vayan de mi jardín, pero sí me siento confundido sobre lo que es un meme (es broma) (más o menos). Todo eso sólo para decir, yo ya existía y ya estaba en el ministerio pastoral cuando se hacía mucho énfasis en el evangelismo – en tomar la decisión – y luego apresurándome para bautizarlos y quizá tenerlos en un grupo pequeño, o como asistentes de ujier.
Si fueras a regresar a las antiguas cintas grabadas – o sea, literalmente, casetes – o mensajes que yo predicaba a principios de mi ministerio, escucharías un énfasis sobre pasar la eternidad en el cielo, quizá incluso a expensas de la manera en que seguir a Jesús afecta nuestra vida en estos tiempos. No significa que yo fuera un pastor que creyera, o enseñara eso, es solo que yo estaba más familiarizado con la teología de la evacuación de lo que yo estaba con la santificación.
Yo no creo que estaba solo en este enfoque. Seguramente no era por falta de enseñanza de parte ninguna persona que yo no viera la importancia de la vida santa como un discípulo de Jesús. Yo recuerdo bien haber estado en una clase con David Hill mientras enseñaba a los candidatos a la ordenación (personas en proceso de ser ordenadas – otra palabra de iglesia) sobre el efecto de la salvación en nosotros en el día-a-día. Yo recuerdo una breve pero significativa conversación con el Obispo Emérito Leslie Krober acerca de la palabra sinergia (no es una palabra exclusivamente de iglesia) y la importancia de que “llevemos a cabo nuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12) en nuestro diario caminar con Jesús. Nosotros los Metodistas Libres, después de todo, somos parte de la rica tradición, una tradición que considera el discipulado como el proceso de llegar a ser como Cristo (justificación + santificación) Viendo hacia atrás, creo que yo estaba más preocupado sobre la eternidad que en el desarrollo del fruto del Espíritu.
La Iglesia Metodista Libre tiene un ADN (para repetir lo dicho por Howard Snyder) que incluye un panorama más completo de la salvación como la justificación y santificación. La Iglesia Metodista Libre de la que soy pastor: Renovación, trata de describir esto en nuestra declaración de misión: “Nosotros existimos para ayudar a las personas a encontrar, seguir, y ser como Jesús”. A la vez que yo no diría que todos los que están en nuestra congregación “lo entienden”. Puedo dar testimonio de que nos llevamos bien en sortear esto. Estoy bajo renovación espiritual, tal como la mayoría de nosotros. Pero seguimos creciendo. Sólo porque es una declaración de misión, no quiere decir que la vivimos. Pero, con la ayuda de Dios, estamos intentando (sinergia) y arreglándonoslas (santificación) mientras seguimos juntos a Jesús como iglesia.
En su libro “Reflexionando en la Santidad”, el autor Bernie A. Van De Walle escribe sobre el énfasis del siglo 20 en el estado eterno de nuestra alma. “Con un énfasis tal sobre nuestro destino eterno, un enfoque así muestra poco entendimiento de, y por tanto, poco interés en, las consecuencias de que la obra salvífica de Dios puede darse aquí y ahora” (fmchr.ch/vandewalle). En otras palabras, gran parte de la atención de la iglesia en los últimos cientos de años se le ha dado a la decisión de fe en lugar de dárselo al peregrinaje de fe.
El Apóstol Pablo nos recuerda que “Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad” (Filiplenses 2:13). Tengo una oración favorita que viene de una colecta (palabra de la iglesia que significa una oración litúrgica corta, no la ofrenda como pudieran pensar algunos). La oración dice así: “…en todo lo que hacemos, dirígenos al cumplimiento de tu propósito, por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén”.
¿Boleto al Cielo?
Jesús tiene tareas que quiere cumplir a través de mí el día de hoy. El reino de Dios necesita esparcirse a un pequeño rincón de mi mundo quebrado antes de irme a dormir esta noche. Hay una urgencia de seguir a Jesús—de discipular—que se entreteje a través de la Escritura y de la historia de la iglesia. La única razón de que hoy yo sea un seguidor de Jesús es porque alguien antes de mí fue lo suficientemente resuelto para pedirle a Dios que lo usara en aquel día para plantar una iglesia, que compartió el evangelio, que predicó el arrepentimiento, que llevó a una conversión, que luego hizo que esa persona (un prosélito) obedeciera a Jesús y siguiera adelante de acuerdo con el plan del reino.
En otras palabras, es bueno que Jesús no se llevó a esa persona al cielo en el momento en que se arrepintió. Me hace pensar que probablemente no cantó “Me voy con Él” como la canción final. No hay nada de malo con ese coro per se, excepto que pudiera ser culpable de enfatizar la idea de que la tierra no es más que la sala de espera de Dios—que concepto tan disminuido del evangelio, que manera tan limitada de ver el reino de Dios. Estoy agradecido de que los prosélitos no se esperaron, sino que salieron llevando el poder sanador de Jesús a mi pequeño y quebrantado mundo.
Es casi como … si en lugar de ir al cielo, el cielo viniera a nosotros. Es muy diferente de mi idea inicial del discipulado. Dallas Willard, N. T. Wright, y otros me han ayudado a entender el principio de que el reino de Dios ya está aquí, activo, sanando, y bueno. Esperar equivale a perdérnoslo. Actuar en obediencia es participar en él. Quisiera poder entender esto mejor. Sin embargo, me siento como si estuviera en medio de una mini transformación en mi caminar con Jesús. Me la jugaré y compartiré solo un ejemplo de mi propia vida, en la esperanza de que pueda ser un estímulo para ti.
Cuando yo tenía 13 años, yo sabía que Dios me estaba llamando al ministerio. Era muy buen chico, ayudaba en la iglesia, no me metía en problemas desde el año 93. Mis amigos del grupo juvenil me llamaban Pastor Adán, Uno de mis grandes regalos de graduación fue un paquete de los comentarios de Barclay. A propósito, apuesto que ellos no sabían el concepto que tenía Barclay sobre algunas cosas; de otra manera me hubiera comprado “Le dije Adiós con un beso”, o algo de Rick Warren — Posiblemente “Una Graduación con Propósito”.
De cualquier modo, toda esta atención y estímulo (lo que es bueno), como que me hizo sentir como alguien superior (que no es bueno). No quería no tener nada que ver con el pecado, o con los pecadores. Yo abiertamente juzgaba a las personas que fumaban, bebían y jugaban cartas mientras escondía mi propio pecado y vergüenza por temor de que pudiera ser acusado de mi propio pecado, lo que era mucho peor. Cuando reconocí mi pecado, mi primera y única preocupación era—adivinaste—perder mi salvación. “Si murieras hoy, ¿irías al cielo? Eran palabras típicas de los evangelistas. No me malentiendas, esa es una buena pregunta, pero otra vez, apoya la idea de que el discipulado es algo así como conseguir un boleto al cielo.
De Fan a Seguidor
Cuando nació nuestra hija Lexi, nos fuimos de espaldas cuando nos dieron el diagnóstico de síndrome de Down, y luego el de autismo. Eso me hizo bajar dos rayitas. Puedo decir sin rodeos que, hasta que nació Lexi, yo no tenía interés y (perdóname Señor) ni compasión por personas de la comunidad de necesidades especiales. Me hacían sentirme incómodo. Nuestra situación no nos dejó opción sino la de cambiar. Fue más o menos en ese tiempo cuando mi relación con Jesús comenzó a llenar mi vida del día a día más allá del discipulado, compartimenta izado, el amable impulso de mis breves lecturas devocionales: “Mi Mejor por Su Más Alto”, y un presentable exterior. Dios, lleno de gracia y de verdad, estaba obrando en mi de una maneras nueva y poderosa. Yo estaba aprendiendo más sobre ser un discípulo activo, totalmente presente al Espíritu de Jesús.
De repente, gran cantidad de pasajes de la Escritura cobraron sentido. Muchos hermanos y hermanas en el Señor me dieron un estímulo que llenó mi alma. Muchas otras familias, que hasta entonces eran invisibles para mí, se hicieron visibles. Mi corazón se ablandaba, mi aspecto estaba cambiando, mi vida estaba siendo transformada. En lugar de sacarme de ella, Jesús me llevó a través de ella y continúa haciéndolo, fielmente, como el Buen Pastor que Él es.
Yo creo que Lexi me ayudó a transitar de ser fan a ser seguidor de Jesús, de algo así como ser compartimentalizado a ser totalmente lleno con la gracia de Dios, de ser un convertido a ser un discípulo activo. Yo sé que mi corazón ha cambiado porque mi concepto acerca de los demás ha cambiado, y sigue cambiando mientras Jesús desarraiga creencias largamente albergadas y tendencias que distorsionan la imagen de Dios en el pueblo que me rodea. En retrospectiva, quisiera no haber sido tan frío hacia personas que no estaban, teológica/física/cognitivamente en el mismo lugar en el que yo estaba. Soy más como Jesús por causa de Lexi. ¿Qué puede Dios estar usando en tu vida para convertirte de seguir, a ser más como Jesús?
Mientras ayudamos a las personas a encontrar, seguir y ser como Jesús en la Iglesia Renovación, continuamente preguntamos: ¿Cómo nos aseguramos de que estamos haciendo discípulos y no proselitizando convertidos (¿o, como dijimos antes, martirizándolos? Es asegurándonos de que hablamos sobre cómo seguir a Jesús nos cambia el día de hoy. Escuchamos a personas confesar el pecado y ser transparentes. Vemos personas diciendo en oración cosas resueltas y riesgosas como: “Sigo creciendo, pero estoy estancado” o, “Soy más como Jesús de lo que era hace un año”, o “quiero ser el esposo o el papá que mi esposa y mis hijos necesitan, de modo que me estoy deshaciendo de la ira, y modelando mi vida con la vida de Jesús”.
Son cosas como estas las que mantienen el peregrinar del discipulado como una manera de vivir y no un checador para asegurarse de que nuestra eternidad está a salvo. Seguir a Jesús nos renueva. A través de nuestro quebrantamiento, la sanidad de Dios nos cambia mientras caminamos (2 Corintios 3;18). La formación espiritual siempre nos está sucediendo a nosotros. Si estamos cambiando constantemente, ¿por qué no cambiar a ser como Jesús (Romanos 8:29)?
Nosotros no proselitizamoas (o Martirizamos). Tratamos de discipular. Como pastor, estoy hablando menos sobre el cielo y más sobre el reino aquí y ahora. Estoy hablando menos sobre la seguridad eterna (la versión metodista) y más sobre la obediencia cotidiana. Por eso la declaración de misión de Renovación termina con “ser como Jesús”. Quiero ser la persona a lo que Jesús me está llamando a ser el día de hoy. Llegar a ser esa persona es un proceso contaminado por el fracaso, pero inundado con la gracia. Yo creo que, no importa qué, cualquier persona puede encontrar a Jesús. Cualquiera puede seguir a Jesús. Y, por medio del amor del Padre, la gracia del Hijo, y la comunión del Espíritu, cualquiera puede vivir como Jesús. Aquí y ahora. Hoy mismo.
Jesús llamó a los discípulos, no a la conversión, sino a la comunión y a seguirlo. “Sígueme”, dijo, “y te voy a enviar a pescar personas” (Marcos 1:17). No es evacuación al cielo. Ni siquiera es una decisión. Es discipulado, y hay trabajo que hacer en el mundo y en mí, y ese trabajo comenzó en el momento en que Jesús los llamó. De otra manera, Jesús le habría dicho a unpar de pescadores: “Muchachos, ¿creen? ¿de veras creen? –¡Bien!—nos vemos en el cielo!” +
Adán Davidson
Adán Davidson es el pastor principal de Renovación, una iglesia Metodista Libre con templos en Portage y Kalamazoo, Michigan. Él produce un video devocional de tres minutos (lunes a viernes) titulado RadCast, publicado en YouTube, Facebook y radamdavidson.com. Él recientemente comenzó coachmypreaching.com para ayudar a los pastores que desean seguir desarrollándose como oradores públicos.